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((**Es5.452**) Esta vida sacrificada la llevaban todos con la mejor gracia del mundo y con toda la satisfacción del corazón. Don Bosco, después de la catequesis, iba a diario con uno de sus clérigos a encerrarse en la biblioteca de la Residencia Sacerdotal para escribir sus opúsculos. Sucedióle allí una graciosa anécdota que prueba, además, la veneración que don Bosco sentía por su director espiritual y bienhechor. Llegó la vigilia de la fiesta de San José, día onomástico de don José Cafasso. Don Bosco pasó por su aposento para felicitarle, como solía hacer infaliblemente cada año. Al salir, mandó al clérigo que le acompañaba que fuera a hacer lo mismo. El buen clérigo encontró a don José Cafasso rezando el breviario; colocó éste el dedo sobre el libro, justo en el sitio adonde llegaba su recitación, recibió afablemente la felicitación y le preguntó: ->>Quién eres? -Soy el clérigo A... ->>En qué día vestiste la sotana? -La verdad, no recuerdo exactamente el día, contestó el clérigo, tras pensarlo un instante. ->>Y qué día recibiste la primera comunión? ((**It5.636**)) El clérigo pensó un poco y respondió: -No lo sé exactamente. -Mira, algunas fechas no hay que olvidarlas nunca, y cuando con el correr de los meses se presentan estos aniversarios, hemos de celebrarlos con alegría y devoción. Luego le dio las gracias, y se despidió. Volvió el clérigo a la biblioteca, reemprendió su trabajo y llevó a Paravía las pruebas del folleto para las Lecturas Católicas del mes de abril, que se titulaba: Vida del Apóstol San Pablo, Doctor de las gentes, por el sacerdote Juan Bosco (B). También este libro terminaba todos sus capítulos con una sentencia tan acertada que quedaba grabada para siempre en la mente del lector. Recordaremos sus méritos con las palabras de Armonía, del 19 de mayo. El sacerdote Bosco ha comenzado a publicar la vida de los Santos Apóstoles, a las que seguirán las de los Papas, a fin de dar a conocer con los hechos aquellas verdades que los enemigos de la fe quisieran encubrir con los sofismas de sus razonamientos. Este nos parece el mejor medio para prevenir al pueblo; porque, si bien, por falta de tiempo o de instrucción, huye de los largos razonamientos y de los gruesos volúmenes, lee sin embargo con cierta avidez lo que presenta cara de narración. Este librito, de ciento sesenta y ocho páginas, contiene, además de la doctrina (**Es5.452**))
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