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Virgen en el Templo, después de las oraciones,
para que sus palabras hicieran mayor impresión,
preguntaba a alguno de los mayores y, obtenida la
respuesta que quería, daba una sencilla
explicación.
>>El primer día de la novena, subido al pequeño
púlpito o a un taburete, llamó por su nombre al
clérigo Vaschetti, a quien solía preguntar muchas
veces, y le invitó a contestar:
>>->>Por qué hemos de tener por cierto que Dios
quiere darnos la gloria?
>>El clérigo respondió convenientemente, y don
Bosco agregó:
>>-Sí, porque el Señor nos ha hecho nacer en el
seno de la Iglesia Católica, prefiriéndonos a
tantos otros, nacidos en medio de pueblos que
viven en el error. Por nuestra parte, tenemos que
creer todo lo que El ha enseñado a la Iglesia,
guardar sus mandamientos y evitar todo lo que nos
prohíbe.
>>Luego invitó a todos a dar un vistazo,
durante estos días, a los años pasados y a
reflexionar si se emplearon bien; y volviendo
luego las páginas del libro de nuestra vida, echar
cuentas y reconocer si ha sido mayor el bien o el
mal.
>>El segundo día preguntó de nuevo a los
jóvenes:
>>->>Por qué hemos de tener por cierto que Dios
quiere darnos la gloria?
>>Y replicó, una vez que le respondieron:
>>-Porque ((**It5.555**)) no sólo
fuimos creados por El y puestos en el seno de la
Iglesia Católica, sino que nos dio el bautismo y
nos adoptó por hijos suyos. Pero nosotros hemos de
recordarnos, de que con las promesas bautismales,
hechas por medio de nuestros padrinos, hemos
renunciado al mundo, al demonio y a la carne y
hemos prometido solemnemente ser fieles a
Jesucristo y a su Iglesia.
>>Durante siete noches consecutivas dirigió don
Bosco a los muchachos la misma pregunta, y fue
dando las razones por las que Dios quiere nuestra
eterna salvación.
>>-Porque Dios no sólo nos ha hecho nacer en el
seno de la Iglesia y nos ha dado el bautismo, sino
además porque Jesucristo instituyó la confesión,
por la cual podemos adquirir la gracia, en el caso
de haberla perdido por el pecado, no sólo una vez,
o dos, o ciento, sino muchas más, hasta millares
de veces. Pero recordad que no hay esperanza de
perdón, si no es con una sincera acusación, un
dolor verdadero y una eficaz resolución de no
volver a ofender a Dios.
>>-Porque, además de lo dicho en las noches
anteriores, Jesucristo nos ha favorecido
maravillosamente con la institución de la
Santísima Eucaristía, dándonos su cuerpo para
nuestro alimento y su sangre
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