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((**Es5.384**) en su corazón un sincero reconocimiento para con ellos. Y desde Chieri, volvía a Turín con sus muchachos. Mientras tanto, a primeros de octubre se había terminado la nueva construcción; albañiles y carpinteros habían acabado su trabajo. El mismo don Bosco había indicado la división de los locales, pues decía que en toda casa de educación no se puede descuidar el menor detalle que pueda ayudar al bien moral de los muchachos; y no permitió jamás, como nos lo asegura don Carlos Ghivarello, que las puertas de las habitaciones particulares tuvieran ningún cerrojo por dentro, para poder cerrarlas. El edificio es el mismo que actualmente rodea por tres lados el patio llamado Don Bosco, salvo los pórticos que flanquean la iglesia de San Francisco de Sales, y lo dos últimos pisos del extremo del brazo de levante. Resultó tal como él lo quería, con gran sencillez. No admitió despilfarro de espacio, desaprobó corredores y escaleras demasiado amplios; y los constructores hicieron unos pasillos que no permitían pasar más de una persona a la vez. Cuando monseñor Alejandro Octavio de Netro, obispo de Savona, fue a visitar la casa y vio el corredor que daba acceso a las oficinas centrales, se volvió al que lo acompañaba y dijo en son de broma: -íObserve qué grandiosidad! íSerá difícil hallar conventos con escaleras y corredores tan estrechos! Estaba presente don Miguel Rúa. Don Bosco ponía todo en su lugar y asignaba a cada estancia su destino. Señaló como lugar de recreco de invierno, o sea, como sala donde dirigir la platiquita de la noche, el actual comedor, que era el primitivo de la comunidad, menos el espacio de las dos ventanas junto a la iglesia, construido para sacristía en 1852. En la planta baja, del otro lado de la escalera central, había tres grandes habitaciones. ((**It5.540**)) La primera fue taller de zapatería, la segunda de encuadernación, y la tercera, que abarcaba también una ancha pieza bajo las habitaciones de don Bosco, donde estaban el comedor de los superiores y la cocina, sería ocupada por los carpinteros. Era una cuarta sección de artesanos, sacada de los talleres de la ciudad e instalada en el Oratorio. A fines del año fue dotada de bancos, de diversas herramientas de ese oficio y de un almacén de maderas. El primer jefe y maestro fue un tal Corio, que enseñaba música y tenía una bonita voz de tenor. En la segunda planta había un dormitorio para los artesanos bajo las habitaciones de don Bosco, y cara al mediodía, el salón de estudio; del otro lado de la escalera, estaba la sala de visitas para forasteros, (**Es5.384**))
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