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en su corazón un sincero reconocimiento para con
ellos. Y desde Chieri, volvía a Turín con sus
muchachos.
Mientras tanto, a primeros de octubre se había
terminado la nueva construcción; albañiles y
carpinteros habían acabado su trabajo. El mismo
don Bosco había indicado la división de los
locales, pues decía que en toda casa de educación
no se puede descuidar el menor detalle que pueda
ayudar al bien moral de los muchachos; y no
permitió jamás, como nos lo asegura don Carlos
Ghivarello, que las puertas de las habitaciones
particulares tuvieran ningún cerrojo por dentro,
para poder cerrarlas.
El edificio es el mismo que actualmente rodea
por tres lados el patio llamado Don Bosco, salvo
los pórticos que flanquean la iglesia de San
Francisco de Sales, y lo dos últimos pisos del
extremo del brazo de levante. Resultó tal como él
lo quería, con gran sencillez. No admitió
despilfarro de espacio, desaprobó corredores y
escaleras demasiado amplios; y los constructores
hicieron unos pasillos que no permitían pasar más
de una persona a la vez. Cuando monseñor Alejandro
Octavio de Netro, obispo de Savona, fue a visitar
la casa y vio el corredor que daba acceso a las
oficinas centrales, se volvió al que lo acompañaba
y dijo en son de broma:
-íObserve qué grandiosidad! íSerá difícil
hallar conventos con escaleras y corredores tan
estrechos!
Estaba presente don Miguel Rúa.
Don Bosco ponía todo en su lugar y asignaba a
cada estancia su destino. Señaló como lugar de
recreco de invierno, o sea, como sala donde
dirigir la platiquita de la noche, el actual
comedor, que era el primitivo de la comunidad,
menos el espacio de las dos ventanas junto a la
iglesia, construido para sacristía en 1852. En la
planta baja, del otro lado de la escalera central,
había tres grandes habitaciones. ((**It5.540**)) La
primera fue taller de zapatería, la segunda de
encuadernación, y la tercera, que abarcaba también
una ancha pieza bajo las habitaciones de don
Bosco, donde estaban el comedor de los superiores
y la cocina, sería ocupada por los carpinteros.
Era una cuarta sección de artesanos, sacada de los
talleres de la ciudad e instalada en el Oratorio.
A fines del año fue dotada de bancos, de diversas
herramientas de ese oficio y de un almacén de
maderas. El primer jefe y maestro fue un tal
Corio, que enseñaba música y tenía una bonita voz
de tenor.
En la segunda planta había un dormitorio para
los artesanos bajo las habitaciones de don Bosco,
y cara al mediodía, el salón de estudio; del otro
lado de la escalera, estaba la sala de visitas
para forasteros,
(**Es5.384**))
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