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envuelto en un ligero vapor y especialmente las
manos despedían olor a azufre. Se observó aún en
1884 que, cuando la electricidad atmosférica
amenazaba descargar, las manos de don Bosco se
hinchaban y, una vez estallado el rayo, decrecía
al instante y desaparecía aquella tumefacción.
Don Bosco reemprendió enseguida la preparación
de los fascículos de las Lecturas Católicas. El
número de agosto, impreso por Ribotta, se titulaba
Conversión del judío Germán ((**It5.515**)) Cohen,
hoy Padre Agustín del Santísimo Sacramento,
carmelita descalzo.
Era un milagro más, entre miles que confirman
la presencia real de Jesucristo en el Santísimo
Sacramento del altar. El folleto de septiembre se
imprimía en Ivrea, en la imprenta de G. Tea; se
titulaba Andrés, o la felicidad de la piedad.
Relato de la señora Cesárea Fazzene, popularizado
por el conde G. Birago. Estaba escrito para los
jóvenes y, por contraste, describíase en él la
desgracia de uno que desprecia la santa educación
recibida, se deja seducir por el vicio y llega al
crimen con los subsiguientes horrores del
remordimiento, al fin calmados con una sincera
conversión.
Decíaseles a los jóvenes:
-Lo que hace que un joven sea tenido por digno
y honrado, o lo que es lo mismo por un caballero,
es el cumplimiento de todos los deberes que el
hombre tiene con Dios, consigo mismo y con sus
semejantes; deberes que no podéis aprender si no
es bajo el magisterio de la Iglesia y con la
doctrina del Catecismo.
Y añadía:
->>Sabéis el Catecismo? >>Vais a la parroquia,
para aprenderlo y entenderlo? íFelices de vosotros
si así es! Aunque vuestra mente quedara ajena de
toda ciencia humana, aunque no supierais leer ni
escribir, sabríais lo bastante para vivir como
hombres virtuosos y honrados en esta tierra y ser
útiles a vosotros mismos y a vuestros semejantes,
mejor que muchos sabihondos, que todo lo saben,
menos sus deberes
Un tercer tipógrafo, Paravía, imprimía los
fascículos de octubre y noviembre, con la
siguiente obrita: Entretenimientos morales sobre
los ritos y ceremonias de la Santa Misa, y un
apéndice con el método para oírla con fruto, por
fray Carlos Felipe de Poirino, sacerdote
capuchino.
Es una obra preciosa, también contra los
protestantes; refuta sus errores y sus calumnias
contra la Iglesia, ((**It5.516**))
demostrando que los templos, los sacrificios, los
ritos y los ornamentos sagrados han sido
instituidos por el mismo Dios, y que el Santo
Sacrificio de nuestros
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