Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es5.366**) Valdocco por carta del secretario José Bongiovanni, la cual se leyó el tercer domingo de julio ((**It5.512**)) en otra conferencia tenida en el Oratorio bajo la presidencia de don Víctor Alasonatti. También don Bosco, pendiente siempre de sus alumnos, escribió una carta al P. Alasonatti, en la que hacía dos preguntas a todos los de la casa y prometía un bonito regalo a los que acertaran con la respuesta. Eran éstas: 1.->>Qué importancia tiene que Dios haya dado al hombre una sola alma? 2.->>Cómo se llama el que no se cuida de salvarla? Escribió otras cartas desde aquel santuario, pero no hemos podido hacernos más que con la siguiente: Queridísimo Cagliero: También yo deseo que te dediques al piano y al órgano, pero como quiera que la clase de metodología está muy en armonía con los estudios filosóficos que cursas, y siendo además cosa de sólo un par de meses, deseo que prefieras la metodología, dedicando al piano el tiempo que ahora buenamente puedas; ya suplirás su falta después del examen. Procura disminuir el número de enemigos, aumentar el de los amigos y hacerlos a todos amigos de Jesucristo. Quiéreme en el Señor y que tengas siempre abierto el cielo. San Ignacio de Lanzo, 23 de julio de 1856 Tu afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. Para mejor comprender esta carta, es preciso recordar que don Bosco había comprometido a los clérigos a dedicarse durante las vacaciones al estudio de materias necesarias para aprender a dar clase, con el fin de presentarlos a examen para alcanzar el diploma de maestros. El profesor Rossio se encargaba de prepararlos. Así, pues, él escribía, consultaba a don José Cafasso acerca de los conocidos proyectos que le preocupaban y esperaba el momento de volver al Oratorio. Mas parecía que un genio maléfico ((**It5.513**)) intentaba de cuando en cuando acabar con una existencia consagrada a la gloria de la Iglesia. Amanecía el veinticinco de julio, último día de ejercicios, destinado a la vuelta a Turín. A las tres de la mañana estaba el cielo encapotado. Don Bosco se hallaba en el corredor de la casa del Capellán, donde se alojaba, cerca de una puerta acristalada, que daba a la galería. La puerta estaba cerrada y asegurada con una tranca de madera. De repente retumbó por los aires un trueno espantoso; saltó la (**Es5.366**))
<Anterior: 5. 365><Siguiente: 5. 367>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com