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El buen sacerdote escribió enseguida a Cavour, al
padre del jovencito, diciéndole que su hijo se
hallaba recogido en su casa y preguntándole si
estaba conforme con que continuase ((**It5.509**)) allí.
El padre, satisfecho con semejante noticia,
condescendió con sumo gusto.
>>Yo conocí a este joven, que continuó en el
Oratorio hasta que partió para el servicio
militar. Siguió siendo un hombre honrado, y
actualmente está bien colocado en Turín; siempre
que se presenta la ocasión de hablarnos,
manifiesta su agradecimiento a don Bosco, a quien
atribuye todo el mérito de su buena educación
juvenil>>.
Tenía también don Bosco un gran cariño a los
chicos del Oratorio festivo. Cuando habían de
marcharse de Turín para ir a vivir en otra parte,
no los olvidaba, sino que seguía interesándose por
su bien. Seleccionamos, de entre muchísimos
testimonios, el siguiente, escrito por el mismo
Juan Villa, arriba nombrado:
<>Nosotros quedamos emocionados sobremanera
ante el delicado recuerdo de don Bosco; acudimos
el día señalado al Oratorio de San Felipe, y en
cuanto lo vimos, nos dirigió él mismo su amables
palabra, preguntándonos si continuábamos siendo
siempre asiduos en hacer el bien, como se nos
había enseñado en el Oratorio. Luego me invitó a
ir a Turín. Mi padre no quería de momento, pero al
fin me dio permiso.
>>Al llegar a Turín, enseguida encontré
trabajo, de modo que reanudé mi oficio y seguí
frecuentando asiduamente el Oratorio de don Bosco.
Por tanto, ((**It5.510**)) a don
Bosco debo todo mi reconocimiento por el cariño
que me dispensó y el gran bien que me hizo. Hasta
durante el servicio militar, que cumplí por varios
años en Italia Central, don Bosco me enviaba
directamente saludables consejos y escribía al
obispo de Osimo para recomendarme. Y mi actual
posición en el comercio la debo a la educación
recibida de don Bosco y a sus buenos oficios ante
los que me ayudaron a conseguir una fortuna. Y lo
mismo que se interesó por mí, lo hizo por todos
los que recurrían a él>>.
Mientras tanto, don Bosco se preparaba para ir
a Lanzo y enviaba una cartita a Savigliano
Monasterolo para el seminarista Santiago Delprato,
el cual, adscrito a la diócesis de Turín, le había
pedido consejo sobre su vocación, al igual de
otros compañeros suyos.
(**Es5.364**))
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