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Ilmo. Señor don Bosco:
De acuerdo con los deseos que V.S. Ilma. me
manifestaba en su carta del 7 de los corrientes,
presenté con mucho gusto al Santo Padre el
ejemplar del Curso de Historia de Italia para la
juventud, por usted redactado. Me apresuro a
comunicarle que el Padre Santo recibió con agrado
esta muestra de respeto hacia su sagrada y augusta
persona y le envía por mi medio la bendición
Apostólica.
Por mi parte, le agradezco muchísimo el otro
ejemplar de la misma obra que ha tenido a bien
regalarme, y al manifestarle mi reconocimiento,
tengo el honor de presentarle los sentimientos de
mi más alta estima.
De V.S. Ilma.
Roma, 18 de septiembre de 1856
Su seguro
servidor
Cardenal
ANTONELLl
Al mismo tiempo, regalaba don Bosco otros
ejemplares a diversos amigos y bienhechores. He
aquí una de las respuestas que de ellos recibió:
((**It5.501**)) Muy
apreciado y carísimo don Juan:
He tardado un poco en agradecerle el apreciable
regalo que usted me ha hecho con su esmerado
trabajo del compendio histórico de nuestra Italia,
desde los más remotos tiempos hasta nuestros días.
Digo que he tardado en cumplir este mi deber,
porque hasta ahora no tuve tiempo para leerlo y
conocerlo. Pero ahora que me hallo libre de las
diarias y múltiples ocupaciones ciudadanas, lo
hago con el más sincero reconocimiento y
admiración, por un trabajo que debe haberle
costado mucho, al tener que compendiar los
acontecimientos de nuestra hermosa tierra, que
siempre sobresalió en las artes y en las ciencias,
para gloria nuestra, sobre los demás. Admiro el
cuidadoso estudio que, con tan buen resultado, ha
hecho usted condensando mucho en poco, sin
traicionar la verdad histórica y sin ocultar los
hechos de triste y notorio recuerdo, a los que
hubo de someterse Italia, cuando eran adversos, y
celebrarlos cuando eran felices.
Es usted acreedor a la gratitud de la juventud
de Turín, a la que consagra con tanto cariño su
benévola atención, y también a la de todos los
italianos, a los que debe interesar hallar
reunidos en un libro de pequeño formato nuestros
orígenes y toda la serie de vicisitudes por las
que ha tenido que pasar la hermosa tierra, donde
se habla la lengua italiana. 1
Aprovecho la ocasión para agradecerle también y
mucho, el haberse preocupado de ejecutar por sus
buenos alumnos mis pobres composiciones musicales
características, que tuvieron ahí tan próspera
fortuna sin el menor mérito mío.
Perdone lo largo de esta carta, que supera los
límites de la discreción, téngame siempre presente
en su recuerdo y créame dispuesto a servirle en
cuanto pueda, para demostrarle mi reconocimiento y
lo mucho que me precio de profesarme.
Milán, 29 de octubre de 1856
Su
seguro servidor
CESAR
DE CASTELBARCO
1 Dice el texto original <>,
recordando el verso del Dante: <>: gentes del hermoso
país en donde suena el sí: la lengua del sí: la
lengua italiana (lo cual podría aplicarse también
a la española). (N. del T.)
(**Es5.358**))
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