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A mediados de 1856 vio la luz la Historia de
Italia contada a la juventud, desde sus primeros
habitantes hasta nuestros días, con un mapa de
Italia, por el sacerdote Juan Bosco. La primera
edición fue de 2.500 ejemplares.
Son preciosas las palabras con que explicó la
finalidad que se propuso al escribir esta obra,
palabras que merecen ser reproducidas porque
demuestran cómo su constante pensamiento y el
objeto principal de sus trabajos eran la sana
educación de la juventud.
<>De acuerdo con este principio, me propuse
narrar la Historia de Italia a la juventud,
siguiendo en la materia, en el lenguaje y hasta en
el formato las mismas reglas que ya venía
practicando en otros libros destinados al mismo
fin. Ateniéndome, pues, a los hechos ciertos,
fecundos manantiales de moralidad y útiles
enseñanzas, dejo de lado las cosas inciertas, las
privadas lucubraciones, las farragosas ((**It5.498**)) citas
de autores, así como las altas discusiones
políticas, cosas todas que de ordinario resultan
inútiles, cuando no perniciosas, para la juventud.
>>Puedo asegurar al lector, que no he escrito
un solo párrafo sin confrontrarlo con los autores
más acreditados, y, por cuanto me fue posible,
contemporáneos, o, al menos, próximos al tiempo a
que se refieren los acontecimientos. Tampoco he
ahorrado fatiga alguna para leer los modernos
escritores de los asuntos italianos, de los que he
tomado lo que me parecía más a mi propósito.
>>He hecho cuanto he podido para que mi trabajo
resultase útil a esa parte de la sociedad, que
constituye la esperanza de un alegre porvenir, la
juventud. El fin último de cada página es el de
dar a conocer la verdad histórica, suscitar el
amor a la virtud, la fuga del vicio, el respeto a
la autoridad y a la Religión.
>>La buena acogida que el público dispensó a
otras obritas mías, publicadas anteriormente, me
da pie para esperar lo mismo de la presente.
>>Si alguno reporta de ella algún provecho, dé
gracias al Señor, autor de todo bien, a quien
entiendo dedicar estos mis pobres trabajos>>.
Hasta aquí don Bosco.
Apenas se puso a la venta la obra, hombres
competentes en la materia hicieron elogios de
ella.
El reverendo Trusso, antiguo alumno nuestro y
maestro, contaba de cierto distinguido profesor
siciliano que leyó esta historia y exclamó al
terminar:
-íEl autor de este libro es un santo!
Los doctos escritores de la Civilt… Cattolica
la pusieron por las nubes y dijeron que era un
libro que seguramente no tenía igual entre los de
su género en Italia. En su revista correspondiente
al año 13, serie 5, volumen 3, pág. 474,
manifestaban este otro juicio:
<(**Es5.356**))
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