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((**Es5.347**) y prudente. Si el cliente estaba enfermo, si necesitaba ayuda para la clase o el taller, si andaba triste por alguna contrariedad, o si le ocurría alguna desgracia, podía contar ciertamente con el secreto y la ayuda de un amigo sincero, que lo amaba por Jesucristo. Así era aquella bendita legión puesta por don Bosco para vigilar, a fin de que no entrase en el Oratorio el inimicus homo (hombre enemigo). Les decía: -Moralidad: eso es lo que más importa. <>. Aquellos jóvenes, animados por el espíritu de don Bosco, no se contentaban con sus clientes, sino que formaban el nervio, el alma ((**It5.486**)) directiva de la casa. Esparcidos entre la alborotadora y jovial multitud de muchachos, eran fermento de docilidad, de paz y de orden con su ejemplo y sus buenas palabras. Los alumnos, divididos en grupos, paseaban o jugaban, pero en medio de ellos había uno que parecía el centro, en torno al cual se apretaban los demás. Este, sin darse la menor importancia, conseguía que no se murmurara, no se blasfemara, no se hablara mal ni se riñera. Todos le apreciaban y, si hablaba o contaba algún ejemplito, le escuchaban con gusto. En aquel entonces, no se hacían filas para trasladarse de un lugar a otro; apenas sonaba la campana para ir a clase o al taller, a la iglesia o al estudio, se hacía silencio repentinamente, cesaban los juegos y los corrillos de muchachos se movían como si de uno solo se tratase, alrededor del compañero que rodeaban y al que obedecían casi sin darse cuenta de ello. Los socios de la Compañía se cuidaban también de los alumnos nuevos del Oratorio. Con frecuencia eran víctimas de la tristeza y mil pensamientos negros que hurgaban la mente y afligían el corazón de quien salía por primera vez de su pueblo. Pero he aquí que un compañero se le acercaba, le preguntaba, le hacía charlar y pasear, le distraía, le animaba y le invitaba a jugar, le iba enseñando la casa e insinuaba en su corazón buenas palabras, le invitaba a rezar una avemaría ante el altar de la Virgen, ponderaba la amable paternidad de don Bosco y finalmente le iniciaba en la frecuencia de los Sacramentos. (**Es5.347**))
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