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en la aplicación del reglamento, no quiso
reconocer la Conferencia del Oratorio y, por
tanto, dejó de proveerla de bonos, y poco a poco
se retiraron aquellos señores que podían asistir a
nuestras reuniones: en 1871 sólo acudían el conde
Collegno y el caballero Pulciani. Finalmente
nuestra Conferencia quedó aislada. Sin embargo,
tanto el sucesor del conde Cays, como los dos que
sucedieron a éste, el barón Ricci y Fálcone,
tuvieron siempre muchas deferencias con don Bosco
y con su Oratrio.
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