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lo más importante, dejando para su tiempo algunos
hechos a los que aquí aludimos.
SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAUL
Conferencia aneja de
San Francisco de Sales
Fin principal de esta Conferencia es el de
instruir y socorrer a los chicos pobres que
asisten a las funciones religiosas que se celebran
en la iglesia de María Auxiliadora, especialmente
los del Borgo Dora y Valdocco.
Por lo que toca a la instrucción se enseña el
Catecismo, de las tres a las cuatro de la tarde,
todos los domingos y fiestas de precepto. Después
del Catecismo se canta el Ave Maris Stella y el
Magnificat; a continuación se hace una plática a
propósito para ellos, y se acaba con la bendición
del Santísimo.
Asisten unos doscientos muchachos. Sus mismos
compañeros hacen de catequistas. Para animarlos,
se les regalan, a más de las ayudas de que se
hablará, medallas, Lecturas Católicas, libros de
piedad, como El Joven Cristiano, La Llave del
Paraíso y otros.
Todos los meses hay un día de confesión y
comunión para los ((**It5.476**)) que ya
hicieron la primera. Ese día don Bosco da a todos
para desayunar pan y companaje. Por desgracia,
bastantes de los mayorcetes van a trabajar el
domingo por la mañana y sólo de tarde en tarde
pueden recibir los sacramentos. Los que
ordinariamente acuden a la confesión mensual
llegan a ciento.
Para los socorros, se elige a los más
necesitados de los que asisten asiduamente a la
catequesis, y éstos quedan admitidos en el
patronato y son visitados en sus casas. Cuando
tienen veinte sellos de asistencia, se les da un
premio proporcionado a la conducta del chico y a
la necesidad de la familia. Los premios consisten
en pantalones, chaquetas, zapatos, zuecos, gorras
y cosas parecidas.
Los muchachos a quienes atiende de este modo el
patronato, son unos cincuenta y los socios unos
treinta, casi todos ellos del Oratorio de San
Francisco de Sales. Como sus colectas no bastan
para sufragar los gastos de los premios del
catecismo, de las rifas y de los regalos que se
hacen de cuando en cuando a los muchachos para
atraerlos a las prácticas de piedad, suple don
Bosco nuestro padre común.
La conferencia se celebra todos los domingos, a
las dos de la tarde en verano, y a la una y media
en invierno, en una sala del Oratorio de San
Francisco de Sales.
De vez en cuando asisten también a las
conferencias algunos buenos señores de la ciudad,
los cuales hacen subir la colecta que, sin ellos,
no llegaría más que a treinta o cuarenta céntimos
por domingo, ya que los socios son pobres
muchachos que también necesitan de ayuda.
Don Bosco fundó esta Conferencia entre sus
muchachos el año 1854. El conde Cays, presidente
de las Conferencias de san Vicente de Paúl del
Piamonte, protegió siempre ésta, y la agregó a las
suyas, y le suministraba los bonos para distribuir
a las familias de los muchachos visitados por sus
socios. Contribuía además con ayudas
extraordinarias. Muchos señores de la nobleza
asistían también de cuando en cuando, a nuestra
Conferencia, que entonces no se amoldaba a la
organización de las dependientes de París, puesto
que su finalidad concreta eran los muchachos. Así
siguieron las cosas durante bastantes años. Los
((**It5.477**)) jóvenes
del Oratorio, miembros de esta conferencia, iban a
visitar las familias adscritas a su patronato.
Pero al conde Cays sucedióle en la Presidencia
el ingeniero Ferrante, el cual, rigorista
(**Es5.340**))
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