((**Es5.336**)
encontraban a menudo juntos en la catequesis de
los Oratorios de Valdocco, Puerta Nueva y
Vanchiglia, en casa de los apestados del cólera; y
comentaban la forma de hacer el bien. Las ideas
del uno eran las del otro. Don Bosco conocía a
muchos chicos saboyanos y franceses que acudían al
Oratorio, sabía dónde se reunían, dónde pasaban la
noche, quiénes eran sus jefes, y cómo los trataban
éstos. Por eso, cuando en 1860 desapareció la
Conferencia de San Francisco de Sales, él continuó
durante años preocupándose de ellos y ayudándoles,
tanto en sus necesidades espirituales como en las
materiales, según sus posibilidades.
Pero en 1854 don Bosco no estaba totalmente
satisfecho de la ayuda que se prestaba a los
pobres. Por lo que, antes de que terminara el año,
fundó en el Oratorio de Valdocco una minúscula
conferencia, semejante a las de la Sociedad de
((**It5.470**)) San
Vicente de Paúl, y fue este amable santo el primer
titular y San Francisco de Sales el segundo.
Su proyecto fue aplaudido por los caritativos
señores, miembros de la Obra, que hacía años iban
a enseñar el catecismo atraídos por su celo. Se
trataba del marqués Domingo Fassati, del conde
Radicati de Brozolo, del marqués Scarampi, de
algún profesor universitario y de ciertos
comerciantes acomodados.
Don Bosco había leído atentamente el reglamento
de aquella sociedad, los medios que indicaba para
conseguir el fin propuesto, y con ello empezó su
plan. Su intención precisa era la de animar al
bien a los muchachos y no la de ayudar a sus
padres.
Anunció don Bosco la proyectada Conferencia,
invitando a sus alumnos a tomar parte en ella, y
un buen número de los mayores, lo mismo internos
que externos, se inscribieron. En la sesión
inaugural fueron elegidos presidentes, secretario
y tesorero. Uno de los primeros presidentes fue
Serra, posteriormente administrador del Colegio
Nacional de Turín. En años sucesivos actuaron como
secretarios don Miguel Rúa, don Julio Barberis,
don Domingo Bongiovanni, y encontramos entre los
socios a Pedro Enría, don Juan Anfossi, Juan
Villa, don Juan Turchi, a quienes citamos como
testigos de la veracidad de nuestra narración.
<((**It5.471**)) llamaba
también Garino, dijo entre otras cosas:
(**Es5.336**))
<Anterior: 5. 335><Siguiente: 5. 337>