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((**Es5.330**) A pesar de tales ayudas, don Bosco pasaba grandes apuros por las deudas que crecían y por el pago semanal de jornales a los albañiles, que no se podía diferir. Por eso no le era posible satisfacer puntualmente a los proveedores de comestibles. Así se desprende de algunas cartas escritas a cierto número de señores turineses conocidos suyos. Benemérito Señor: Las cariñosas expresiones, con que su Señoría demostró agradecer lo que se hace en este Oratorio de San Francisco de Sales, me alientan a recurrir a usted en esta necesidad particular. Tengo aún sin pagar la factura del panadero correspondiente al mes de marzo, y no sé de dónde sacar el dinero; si usted pudiera ayudarme, daría de comer a los pobres hambrientos. ((**It5.461**)) La factura importa 900 liras, pero yo sólo pido una ayuda, y cualquier cantidad que su caridad pudiera ofrecer, por pequeña que fuere, la recibiré con el mayor agradecimiento. Convencido de que querrá perdonar la libertad que me tomo, y no pudiendo manifestar mi gratitud de otro modo, le deseo todo bien del cielo, mientras me profeso con todo mi aprecio. De Vuestra Señoría. En casa, a 7 de mayo de 1856 Su atto. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Tenía además que entregar cada año al abate Rosmini los intereses de las 20.000 liras que le había prestado al 4%, para la compra de la casa Pinardi, y liquidar otras cuentas, algunas de las cuales se referían al campo comprado para la imprenta. Enviaba la factura de éstas a Stresa, dentro de una carta para don Carlos Gilardi. Queridísimo don Carlos: Es muy bonito esperar, pero el tiempo pascual termina, y es preciso ajustar cuentas. ...El año pasado rehizo usted las cuentas y me descubrió créditos que yo ignoraba: >>quién sabe si sucederá lo mismo este año? Ha habido ya algunas peticiones del lugar, pero ofrecen poco: la mejor fue de doscientas liras la tabla. El reverendo Pagani pasó por aquí a verlo; le gustó la situación y dijo que el momento presente no es tiempo oportuno para vender, de no haber una oferta ventajosa, lo cual se espera en esta primavera. Mi madre, mis clérigos y muchos de nuestros pilluelos, que le recuerdan todavía, le saludan cariñosamente, y yo, encomendándome a sus devotas oraciones, quedo a su disposición. Turín, 9 de mayo de 1856 Atto. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. (**Es5.330**))
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