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faltaban los medios para realizar sus obras, o
cuando encontraba dificultades y oposición hasta
en las personas buenas. Esperaba contra toda
esperanza; tan seguro estaba de su divina misión.
Hasta en medio de las desgracias conservaba su
tranquilidad. Contaba con la promesa de la Virgen
Santísima. Don Miguel Rúa escribió y nos contó:
<>Era por el año 1856.
>>-Soñando, nos dijo, me pareció encontrarme en
un plaza donde vi una rueda parecida a la llamada
rueda de la fortuna. Comprendí enseguida que
representaba el Oratorio. El manubrio de dicha
rueda lo manejaba un personaje, el cual me invitó
a que me acercara, y me dijo:
>>-íPresta atención!
>>Y así diciendo, hizo dar ((**It5.457**)) una
vuelta a la rueda. Yo sentí un pequeño ruido que
ciertamente no se dejó escuchar más allá del
límite del lugar en que me encontraba de pie. El
personaje me preguntó:
>>->>Has visto? >>Has oído?
>>-Sí, repliqué; he visto girar la rueda y he
oído un pequeño ruido.
>>->>Sabes qué significa una vuelta de la
rueda?
>>-No.
>>-Significa diez años de existencia de tu
Oratorio.
>>Y así repitió cuatro veces el movimiento del
manubrio y la misma pregunta:
>>Pero, a cada vuelta, el ruido aumentaba, de
forma que al producirse por segunda vez, creí que
se hubiera oído en Turín y en todo el Piamonte; a
la tercera, en Italia; a la cuarta, en Europa,
llegando a percibirse en todo el mundo. A la
quinta vuelta, el personaje añadió:
>>-Esta será la suerte del Oratorio.
>>Considerando los diferentes estados de la
obra de don Bosco, la veo limitada en el primer
decenio únicamente a la ciudad de Turín; en el
segundo, extendida a las diversas provincias del
Piamonte; en el tercero, se dilata su fama e
influencia a las distintas regiones de Italia; en
el cuarto, se difunde por diversas naciones de
Europa y, finalmente, en el quinto, es conocida y
requerida su implantación en todas las partes del
mundo>>.
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