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((**Es5.322**) querido visitar su colegio o exigir el título académico a uno de sus profesores, eran removidos a escape. Por otra parte tenían como aliados a los periódicos sectarios, especialmente a la Gaceta del Pueblo, que hablaba de don Bosco, con el mote de don Bosio, para insultarle impunemente con artículos obscenos. De modo que los valdenses, a base de prensa, discusiones y cartas, que nosotros conservamos como documentos de ignoracia, de errores gramaticales, ((**It5.449**)) de soberbia, buscaban cómo confundirlo y hacerle callar. Pero don Bosco era incansable en su empresa; la caridad de Cristo y los modos de San Francisco de Sales eran sus armas; les contestaba sin acrimonia, disimulando las injurias y respetando las personas. Y, a través de las amistades, buscaba ganárselos invitando a que le visitaran aquellos infelices que habían vuelto las espaldas a la verdadera religión. Era una batalla espiritual de celo ardoroso contra todo un ejército de extraviados, y, al mismo tiempo, un combate singular con muchos de ellos. He aquí una prueba de cuanto decimos en las siguientes cartas. Muy Reverendo Señor: El que suscribe y tiene el honor de dirigir la presente a V.R.S. es el ingeniero Juan Prina-Carpani, perteneciente a la Sociedad Evangélica y empleado en el catastro, de quien ya le ha hablado su colega el señor Pina. He ido a visitarle dos veces, juntamente con dicho señor Pina, y anteayer yo solo, mas no tuve la suerte de encontrarle; por ello he decidido escribir estas líneas para informarle de mis intenciones. Le anticipo que el señor Pina me parece un joven realmente extraño para los tiempos que corren y particularmente dotado de un corazón religioso y cristiano; mas desgraciadamente, por ignorancia y a causa de los prejuicios en él inoculados con una falsa educación, es incapaz de razonar y hasta de entender un iento lógico sobre religión: por eso ha creído conveniente el que suscribe presentarle a V.R.S. y sostener una conferencia con usted, como abogado suyo, sin perjuicio de las propias opiniones, pues goza de fama honorabilísima, por la que pueda el que esto suscribe dar cuenta al señor Pina de la propia fe, de las propias esperanzas y del fundamento en que se basan. El fin de esta entrevista sería enseñar cristianamente a este señor Pina a no pensar y juzgar por cabeza ajena, sino a instruirse más, para no dar la impresión de un hombre de la edad media, presuntuoso ((**It5.450**)) y fanático. Al propio tiempo, ya que el adversario estará asistido por V. S., yo lo estaré por su hermano en Jesucristo Carlos David, a quien usted ya conoce. Y para que nuestra conversación sea de algún provecho, desearía también, con su beneplácito, estuvieran presentes, sólo como testigos, otros dos compañeros nuestros de trabajo, discretísimos y de recto criterio, los cuales tendrán que glorificar al Señor, en fuerza de nuestros razonamientos reconociendo que la revelación es la verdad y que fuera de ella todo es error. (**Es5.322**))
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