((**Es5.313**)
Las salas de espera solían estar repletas de
personas nobles, secretarios de distintos
ministerios, jefes de negociado, y otros señores
que ocupaban cargos importantísimos. Le tocaba a
don Bosco ser el último, pues era el último en la
nota que se pasaba al Ministro. Pero Rattazzi la
leía y, sin más consideraciones, decía:
-íEl Abate! ((**It5.436**)) Que
pase.
Y con asombro de todos, aparecía el ordenanza y
decía en alta voz:
-íAbate Bosco: el señor Ministro le llama!
Y apenas entraba decíale Rattazzi:
-íUsted no tiene tiempo que perder!
Alguién pensó que don Bosco tenía demasiado
trato con Rattazzi y otros personajes, que
militaban en el campo opuesto a la Iglesia, y que
sostenía con ellos relaciones más íntimas de lo
conveniente. Mas don Bosco no era tan tonto como
para no prever ciertas habladurías, y como se
trataba de la gloria de Dios, de hacer el bien y
contrarrestar en lo posible el mal, no se
preocupaba de ello y demostraba con su actitud la
rectitud de sus principios e intenciones. El era
todo un carácter católico para decir la verdad.
Era fiel a la Iglesia sin restricciones ni
reservas, su fe era la fe de Pedro, y no ocultaba
ante nadie, ni en ninguna ocasión, sus creencias
firmes e inquebrantables. Jamás le venció el
respeto humano, y aunque siempre fue manso e
indulgente con las personas, no transigía con los
principios y la doctrina. Nunca, bajo ningún
pretexto, hizo causa común ni simuló hacerla con
los enemigos de Dios; y fue cabalmente por eso por
lo que los mismos hombres más funestos para la
religión, le trataron con muestras de aprecio.
Nos contó el cardenal Cagliero que el ministro
Rattazzi, aprovechando la confianza que tenía con
don Bosco, un día, después de la audiencia
concedida en el Ministerio, le preguntó, si por
causa de lo mucho que había tenido que hacer
contra la Iglesia, como Ministro del Estado,
habría incurrido en censuras. Don Bosco,
sorprendido por la inesperada pregunta, no se
atrevió a contestarle en aquel momento y le pidió
tres días de plazo, diciendo:
-En los asuntos graves me gusta pensar y
reflexionar sobre ellos un poco.
Tres días después ((**It5.437**)) don
Bosco se presentó de nuevo al Ministro, creyendo
hubiera olvidado la pregunta; pero Rattazzi apenas
lo recibió, díjole:
-Bueno: >>estoy excomulgado?
Y don Bosco respondió al instante:
(**Es5.313**))
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