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La Virgen Roja dejó de acudir unos días a la
iglesia y decía de don Bosco:
-Ese cura es un demonio.
Pero la misericordia del Señor no la abandonó
todavía.
En la mañana siguiente a la muerte, don Bosco
predicó sin hacer ninguna alusión. Por la tarde
explicó las palabras de Jesucristo: Estote parati
quia qua hora non putatis filius hominis veniet
(estad, preparados, porque el hijo del hombre
vendrá en la hora que menos penséis); y demostró
que quien no está en vela corre peligro de
perderse, por falta de tiempo, de voluntad o de
gracia. Y terminó diciendo:
-Vamos a rezar un padrenuestro, avemaría y
réquiem, encomendando a la misericordia de Dios al
pobre amigo nuestro que murió esta noche.
Y lo recitó lentamente.
Dos días después, por la tarde, estaba la
iglesia a rebosar. Don Bosco hablaba del momento
de la muerte, de los remordimientos, del miedo y
de las inquietudes del pecador impenitente.
Describía la angustiosa agonía, el último aliento
y el cadáver deforme, inmóvil sobre el lecho.
Pero, de pronto, sorprendido por un pensamiento
repentino, prosiguió su descripción:
-El pecador muerto en desgracia de Dios,
encerrado en el ataúd, precedido de las cofradías
que salmodian el miserere, es llevado a la iglesia
a hombros... llega el féretro a la puerta... entra
en el templo... avanza aquel ataúd... más...
aquí... en medio... delante de mí... sobre esos
dos caballetes.
La ((**It5.421**)) escena
era tan viva que la gente miraba en derredor presa
de íntimo terror. Y don Bosco prosiguió:
-Ya he hablado bastante. Ahora debe hablar otro
en mi lugar. >>Quién será? >>Mi compañero? íNo es
su hora! >>El Señor Cura? íNo le toca ahora a él!
>>A quién recurriré yo en este momento para que
nos haga oír su voz? >>Al crucifijo? íNo es la
hora de la misericordia! >>Al Santísimo
Sacramento? íNo es la hora del amor! >>A la
Virgen? No, no, madre querida; no es la hora de la
intercesión. >>A quién, pues, recurriré esta
tarde?
Callóse; y tras un breve intervalo, continuó
con voz trémula:
-íA ti, a ti, cadáver! Abrid el ataúd:
íLevántate! íSal fuera! íResponde! >>En qué estado
te ha sorprendido la muerte? >>Qué es lo que te ha
faltado para salvarte? >>Sermones tal vez?
>>Sacramentos? >>Consejos? >>La gracia?
A todas estas preguntas daba don Bosco la
oportuna respuesta
(**Es5.303**))
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