((**Es5.302**)
-Piense un poco, le decía don Bosco, que pronto
este mundo habrá terminado para usted.
Y él:
-Las cosas serán finidas si está cubierto de
heridas.
((**It5.419**)) -Mire
que puede ser ésta la última vez que el Señor le
invite.
->>Queréis, señor, que os invite esta noche a
un gran convite?
-Entonces, hasta mañana, si el Señor en su
misericordia le guarda con vida. Por mí ya tengo
bastante.
-Mire usted más adelante, verá un baile
interesante.
Y sin despedirse, giró sobre sí mismo como
quien gira sobre un gozne, se puso tieso, y salió.
Don Bosco no sabía a qué carta quedarse; >>era
aquél un loco, un iluso o un endemoniado?
Por la tarde, algunos secuaces de Grignaschi
esperaban a la gente a la puerta de la iglesia al
entrar o al salir del sermón. Y les decían:
-Venid esta noche con nosotros; veréis qué
sermones más estupendos; allí se dice la verdad.
Y reían. El que había preparado el baile
repetía que no valía la pena ir a escuchar a los
misioneros.
-Venid, insistía con insulsa jactancia, a
oírme, a mí, que predico mejor que los misioneros.
No tardó en dar comienzo la fiesta profana. En
la casa contigua a la del párroco Melino, desde
donde podía oírse el sonido de los instrumentos
musicales se celebraba un grandioso banquete y un
baile. Cuando todo quedó en silencio, hacia la
medianoche, golpearon insistentemente a la puerta
del párroco, y pidieron que corriese a la casa del
baile porque había un hombre agonizando. El
párroco recelaba una emboscada y titubeaba. Pero
la voz insistía:
-El señor fulano, el dueño, se ha sentido mal
de repente y está muy grave; venga enseguida, por
favor.
El cura salió a escape, ((**It5.420**)) pero ya
encontró muerto al desgraciado. Divulgóse el
triste caso como un rayo. Todos recordaban las
palabras del misionero y reconocían el castigo de
Dios. A partir de aquel momento la población
entera acudió como un solo hombre a todos los
sermones. El suceso produjo gran impresión hasta
en los pueblos cercanos. Aquel infeliz que se
desgañitaba repitiendo que predicaba mejor que el
misionero, había dicho la verdad y, para desgracia
suya, ídemasiada verdad!
(**Es5.302**))
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