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CAPITULO XXXIV
1856 -DON BOSCO PREDICA UNA MISION EN VIARIGI
-CONTRARIEDADES -PRIMEROS SERMONES Y ANUNCIO DE
CASTIGOS -UN LOCO -MUERTE IMPREVISTA -ELOCUENCIA
INSPIRADA POR UN FERETRO -TRIUNFO DE LA GRACIA DE
DIOS -CARTA DE DON VICTOR ALASONATTI AL CANONIGO
ROSAZ -GRIGNASCHI SE RETRACTA DE SUS ERRORES
-CARIDAD DE DON BOSCO Y MUERTE IMPENITENTE DE
GRIGNASCHI
EN el mes de enero de 1856 enviaba el Señor a don
Bosco a arrancar la cizaña que cubría y hacía
infecundo el campo evangélico. A pesar de la
condena de Grignaschi y de sus principales
cómplices, a pesar de la predicación de los
obispos de Casale y de Asti, que había producido
abundantes frutos, no se había conseguido
desarraigar del todo en Viarigi la nefasta secta,
que había echado amplias y profundas raíces en
aquella pobre tierra. Había además un grupo
bastante numeroso de fanáticos iniciados,
escuchados por gente ignorante e interesada, que
mantenían vigorosa la secta, más terca y sorda que
nunca, a todo género de advertencias de los
sacerdotes del lugar y de los misioneros.
La sincera conversión del reverendo Lacchelli,
párroco de San Pedro, y del reverendo Ferraris,
que murieron cristianamente, no produjo en ellos
ninguna saludable ((**It5.414**))
impresión. Los secuaces de Grignaschi no querían
oír hablar de religión, a no ser que favoreciera
sus errores y el libertinaje concedido por su
desgraciado maestro. En vano el nuevo párroco, don
Juan Bautista Melino, intentaba organizar, en
ocasiones, ejercicios espirituales y misiones. Dos
frailes capuchinos empezaron una serie de sermones
y tuvieron que salir a toda prisa sin alcanzar
ningún provecho. El año 1854, se presentó don Juan
Bta. Melino a don Bosco implorando ayuda. Después
de madura reflexión no pareció conveniente
intentar por entonces una nueva prueba. Dejaron
pasar dos años después de la última recientemente
fracasada.
Mas al fin llegó la hora de la misericordia
fijada por el Señor y fue ésta tan abundante en
aquel pueblo que sobrepasó los mayores
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