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virtud de la pobreza conveniente a su condición.
Alguno se le presentó con guantes, zapatos de
charol con anchas hebillas, puños blancos como la
nieve y gemelos de oro. El le miraba sonriente y,
tras reiteradas advertencias, porque le dolía toda
frivolidad en los sacerdotes, le parecía oportuno
poner en ridículo aquel porte demasiado mundano y
decía con primor:
-Claro que sí, ganarás mucho ante tus
feligreses... Porque esto aumenta tu autoridad...
Y con estas bromas y otras lindezas los inducía
a dejar todo aquello.
Habiendo sabido de uno que tenía en casa
demasiado lujo de muebles, alfombras y cortinajes,
le hizo comprender que el sacerdote debe atender a
los pobres y no a las propias comodidades.
Así se pudo comprobar el gran triunfo de la
instrucción y educación, eminentemente
eclesiástica, que él impartía. Una de sus
consecuencias fue que, si durante el cierre del
Seminario en la diócesis de Turín y en las otras
del Piamonte hubo todavía los sacerdotes
indispensables para el ministerio parroquial, se
debió en buena parte al mérito y a la caridad de
don Bosco, que los preparaba. También lo fueron
los centenares de jóvenes aspirantes al sacerdocio
que año tras año tuvo junto a sí.
Al abrirse de nuevo los seminarios, se vieron
poblados por sus alumnos que, al presentarse a sus
obispos, podían afirmar con toda razón:
-Venimos a ofrecer ((**It5.408**)) nuestra
labor para la salvación de las almas: nos envía
don Bosco.
Y los obispos los recibían con alegría y
gratitud. El año 1865 había cuarenta y seis
seminaristas en el seminario mayor de Turín:
treinta y ocho habían cursado sus estudios de
latín en Valdocco. En el 1873, de los ciento
cincuenta, ciento veinte procedían del Oratorio,
como comprobó don José Bertello. A éstos se fueron
uniendo otros, año tras año, y ahora algunos son
canónigos, seis son párrocos en Turín, más de
cuarenta son párrocos por los alrededores, y eso
sin contar los sacerdotes sin cura de almas y los
misioneros idos al extranjero. El 1870 fue
monseñor Cagliero a visitar el seminario de
Casale, acompañado por monseñor Ferré: se encontró
con que de los cuarenta seminaristas que allí
había, treinta y ocho habían salido de la escuela
de don Bosco; y las tres cuartas partes de los
sacerdotes actuales en esta diócesis fueron
alumnos en los colegios salesianos. En ellos se
educaron las dos terceras partes de los párrocos
de la diocésis de Asti, como se desprende de un
cómputo exacto realizado
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