Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es5.288**) casas para unos días de vacaciones, desaparecían en las familias honestas todos los prejuicios y antipatías contra la educación que los periódicos llamaban despectivamente de sacristía, y con su excelente conducta arrastraban hacia el Oratorio a otros del pueblo, cuyos padres esperaban un buen resultado, dejándolos en manos de don Bosco. Y cuando éstos terminaban los cursos de latín e iban a su propio pueblo para recibir la vestidura talar de manos del párroco, la novedad de la simpática ceremonia despertaba siempre en alguno el deseo de imitarlos. Y puesto que hemos entrado en este tema, no debe quedar en el silencio otra causa que indirectamente influyó en el combate contra la perniciosa influencia del desprecio de la carrera sacerdotal. Del Oratorio de San Francisco de Sales y de los otros Oratorios de don Bosco salieron numerosos obreros, industriales, maestros, funcionarios, graduados del ejército, profesionales de las artes liberales, muchos de los cuales llegaron a ((**It5.399**)) adquirir renombre. Y todos ellos, por el cariño y aprecio que le profesaban, por los favores sin cuento realizados por el clero en favor de los pueblos según le oyeron contar en sus pláticas y en sus charlas, por la bondad y espíritu de sacrificio de los colaboradores de don Bosco en su favor, llevaban muy en alto el honor del sacerdocio por todos los lugares donde establecían su morada. De este modo el nombre de don Bosco hacía simpático y respetable al sacerdocio, hasta entre los que antes lo perseguían. Algunos de dichos exalumnos, al presentar sus hijos a don Bosco, le decían: -Nosotros no hemos formado en las filas de San Pedro, pero hacemos un cambio. Le entregamos a nuestros hijos y, si el Señor los llama, hágalos sacerdotes, que nos gustará mucho. Mas si don Bosco ponía tanto interés para recoger e instruir a los muchachos que eran esperanza de la Iglesia, no es para descrito el celo realmente extraordinario con que los ayudaba a conocer la propia vocación. A los afectuosos estímulos para ser virtuosos y devotos de Jesús y de María añadíanse sus charlas sobre este importantísimo asunto. Y no una sola vez, sino que los llamaba de cuando en cuando, y preguntaba a cada uno por sus propias inclinaciones, cómo realizaba las prácticas de piedad y sobre todo cómo iba su conducta. Generalmente les advertía que el que no se sintiese verdaderamente llamado al estado sacertodal, era preferible se hiciera obrero, mejor que empezar un camino falso. Recomendaba a todos que tuvieran un confesor fijo y se prestaba con gusto a ser su director espiritual. Empleaba toda la prudencia para aconsejar a quienes le consultaban (**Es5.288**))
<Anterior: 5. 287><Siguiente: 5. 289>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com