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la calle, se tropezaba con un chico, aunque no lo
conociese, pero cuyo aspecto abierto e inocente le
hiciera suponer que escucharía con gusto sus
palabras, lo llamaba, le daba una medalla de la
Virgen, y se entretenía con él. Le preguntaba si
se acercaba a los sacramentos, si daba buen
ejemplo a los compañeros, si iba a la escuela, si
le gustaría seguir estudiando. A veces terminaba
proponiéndole la entrega al servicio de Dios,
haciéndole ver la felicidad y el honor de tal
estado. Si le escuchaba, añadía que, si sus padres
eran pobres, él le proveería de todo. Se dio el
caso muchas veces de chicos que, después de
aquellas conversaciones, siguieron a don Bosco
hasta el Oratorio, y conocemos a algún sacerdote
que entró de este modo en la casa del Señor.
Añadiremos que alguna vez, obligado por
determinadas circunstancias a rechazar a alguno
que le habían recomendado, no lo olvidaba y, aún
mucho tiempo después, volvía en su busca. Esto se
ve en una ((**It5.396**)) carta
que escribió al profesor José Bonzanino, en la que
le comunica su satisfacción por la toma de hábito
conseguida de la Curia por algunos de sus alumnos.
Ilmo. y queridísimo Señor:
Hace unos años V.S. Ilma. y queridísima me
habló de él y luego me presentó a un muchacho de
la diócesis de Vercelli, que tenía unas ganas
locas de estudiar y abrazar la carrera
eclesiástica.
Si usted supiera dónde encontrarlo, y si
continuara con los mismos deseos, tal vez yo
podría al presente abrirle un camino y ayudarle a
lograr su deseo. Esto se refiere al jovencito que
su caridad recomendaba.
El jueves pasado vi a don Mateo Picco en el
campo con su familia, y todos están perfectamente.
Si todo va bien, iremos desde allí a hacer
algún tanteo a Castagnetto, y por supuesto a casa
de V.S. Mis siete estudiantes que se presentaron a
examen para vestir la sotana, aprobaron todos.
Entre sus alumnos están Francesia, Cagliero, Morra
y Fusero.
Esperando que V. S. y toda su familia gocen de
buena salud, ruego al Señor continúen así, y con
todo aprecio y gratitud me profeso.
De V. S. Ilma.
Afmo.
s.s.
JUAN
BOSCO, Pbro.
Cada vocación asegurada constituía una fiesta
para don Bosco. Dejó escrito:
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