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a los ((**It5.394**)) que le
indicaban, se lo proponía a sus padres y, si éstos
consentían, los aceptaba para estudiar de balde o
casi de balde, de acuerdo con el antedicho
Canónigo. Se los llevaba consigo a Turín y,
después de hablar y oír sus opción, colocaba a
unos en la Pequeña Casa y a otros en el Oratorio.
Nos decía José Buzzetti:
<>-Si sigues trayendo siempre muchachos nuevos
nunca ahorrarás nada para cubrir tus necesidades.
>>Y don Bosco tranquilamente le respondió:
>>-Siempre habrá un sitio en el hospital del
Cottolengo.
>>Margarita recibía a aquellos chavales con
sincera alegría y no pensaba más que en su
bienestar, hasta olvidándose de sí misma>>.
También la Pequeña Casa recibía cordialmente a
los jovencitos que la habían escogido como su
casa. De esta forma fue creciendo en las dos
instituciones el número de estudiantes que en 1858
y 1859 llegaba a varios centenares. El canónigo
Anglesio proporcionaba a sus acogidos todos los
medios necesarios para llegar a ser buenos
ministros del Señor, de modo que su admirable
institución llegó a tener también un buen
seminario, que proporcionó muchas vocaciones
sacerdotales en aquellos años desastrosos, a la
archidiócesis de Turín, y aún hoy sigue dándolas
para ésta y para muchas otras diócesis de Italia.
Mientras tanto, don Bosco, no satisfecho con
sus excursiones, recurría además a sus amigos para
que le ((**It5.395**))
indicaran niños de óptima conducta. Habiendo ido
una vez a visitarle el señor Jorge Moglia, antes
de haber sido derribada la casucha Pinardi, le
dijo que si conocía en Moncucco algún chaval pobre
o huérfano, se lo llevase, porque él lo recibiría
con mucho gusto. Y en efecto, poco después, volvió
el señor Moglia con tres chicos a los que don
Bosco recogió con gran alegría.
Además, poco tiempo después empezó a escribir,
primero a muchos párrocos del Piamonte, y después
a los de Lombardía, para que buscaran vocaciones
entre los mejores muchachos de sus parroquias y
aldeas y se los enviaran a Turín para hacer los
cursos de latín.
Era una idea que no se borraba de su mente. Si,
por las casas o en,
(**Es5.285**))
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