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pública a los cooperadores, decía hablando de los
primeros años de su Institución:
->>Dónde encontrar jóvenes dispuestos a
corresponder a un llamada del Señor? El hombre es
un mísero instrumento de la Divina Providencia,
que en sus manos y con su santa ayuda realiza
cuanto Ella quiere. Pues bien, en aquel tiempo, el
Señor hizo conocer claramente de qué modo y dónde
quería escoger su sagrada milicia. No entre las
familias acomodadas y ricas, que generalmente
están demasiado impregnadas de espíritu mundano,
del que por desgracia quedan pronto imbuidos sus
hijos, los cuales pierden en las escuelas públicas
o en los grandes colegios toda idea, todo
principio, toda inclinación de la vocación que
Dios puso en su corazón hacia el estado
sacerdotal. Y así, los escogidos por El para
ocupar un puesto glorioso entre quienes debían
prepararse para el sacerdocio, se encontraban con
los que ((**It5.393**))
manejaban el martillo y el azadón. Es decir,
pobres muchachos campesinos y artesanos. Pero no
quedaban excluidos los hijos de familias
acomodadas, venidos a menos, que daban señal de
que con gusto se entregarían a los estudios.
Con este programa, don Bosco buscaba un
compañero que apresurara sus proyectos.
El Oratorio de San Francisco de Sales y la
Pequeña Casa de la Divina Providencia estaban casi
juntas: eran dos obras que siempre se trataban muy
amigablemente, suscitadas ambas por el Señor para
remediar las miserias humanas y sostener la
religión y la sociedad. Don Bosco había animado
muchas veces y últimamente casi obligado con santa
impertinencia al canónigo Anglesio, director de la
Pequeña Casa, a que aumentara el número de
jovencitos pertenecientes a la agrupación de
<>, fundada por el Venerable
Cottolengo, para el fomento de las vocaciones
sacerdotales. Eran sólo diez y contaban con un
sacerdote de la ciudad que iba a darles clase.
Había que aumentarlos fundando un colegio de
estudiantes, con la finalidad de proveer personas
fijas para ejercer el sagrado ministerio con los
enfermos y demás albergados en aquella admirable
fundación. El canónigo, persuadido de que el
proyecto era para la mayor gloria de Dios, siguió
el ejemplo y consejo de don Bosco.
Entonces éste puso aún más entusiasmo para
realizar sus correrías, como lo hizo durante
bastantes años por los pueblos de las diócesis de
Turín, Biella, Ivrea, Casale y sobre todo por las
comarcas de Saluzzo y Mondoví. Preguntaba a los
párrocos por los muchachos más virtuosos, de buen
carácter y aptos para el estudio que según ellos
podían ser dirigidos hacia el estado sacerdotal.
Llamaba
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