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eternidad. Camilo Gavio, que llevaba solamente dos
meses en el Oratorio y había edificado a los
compañeros por su eximia piedad. Pero recayó en su
antigua enfermedad y, a pesar de los cuidados de
los médicos y de los amigos, no se le halló
remedio. Domingo Savio fue a visitarle varias
veces a la enfermería y se ofreció a velarle
durante la noche, pero no se lo permitieron.
Empeoró y al cabo de unos días, después de haber
recibido con gran edificación los últimos
sacramentos, entregaba su alma al Creador,
asistido por don Bosco, el día 29 de diciembre de
1855.
Cuando Domingo Savio supo que el amigo había
expirado, quiso ir a verlo por última vez. Al
contemplar su cadáver decía conmovido:
-Adiós, Gavio, estoy seguro de que has volado
al Cielo; prepara un sitio para mí; seguiré siendo
siempre tu amigo y, mientras el Señor me conserve
la vida, rezaré por el descanso de tu alma.
Acudió después con varios compañeros a rezar el
oficio de difuntos en la capilla ardiente y
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rezaron durante el día otras oraciones; luego
invitó a algunos de los mejores compañeros a hacer
la santa comunión, y él mismo comulgó más veces en
sufragio del amigo difunto.
En el Registro de los alumnos, al margen del
nombre de Gavio, escribió don Bosco: Murió en olor
de extraordinaria virtud. Por ciertas conjeturas
que hemos recogido, seguras aunque sin precisar,
parece que también predijo don Bosco la muerte de
este jovencito. Sus funerales fueron más modestos
que los de Gurgo.1
Además de la anterior profecía, don Bosco
manifestó otras semejantes.
<>-Dentro de poco (a veces determinaba el
tiempo y decía, por ejemplo, dentro de un mes) uno
de los que están aquí irá a rendir cuentas de su
vida al Señor.
>>Es increíble la impresión que estas palabras
producían en nosotros, ya que no podíamos ni
siquiera sospechar a quién se dirigía aquel aviso,
pues no había enfermos en casa; y más aún
sabiendo,
1 Funeral de Gavio. No asistieron las chicas;
músicos, cruz y clero, dos coadjutores
parroquiales, y dos monaguillos; ataúd con cuatro
antorchas; 40 liras, cera de la parroquia; misa
cantada breve; acompañamiento de los muchachos con
cera propia.
Gastos: No se pagaron las 10 liras del registro
civil porque lo acompañábamos nosotros solos; una
lira al enterrador.
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