((**Es5.277**)
-Os daríais cuenta de que yo, hace tiempo, lo
puse a dormir en una habitación especial,
recomendando a uno de mis mejores asistentes que
llevase su cama a la misma habitación para que lo
tuviese bajo su vigilancia. El asistente fue el
clérigo Juan Cagliero.
Y volviéndose al aludido, le dijo:
-Otra vez no hagas tantas observaciones a lo
que te diga don Bosco. >>Comprendes ahora por qué
yo no quería que abandonases la habitación en la
que estaba aquel pobrecito? Tú me lo pediste
insistentemente, pero yo no te lo concedía porque
quería que Gurgo tuviese junto a sí a alguien que
velase por él. Si él viviese ((**It5.383**))
todavía, podría dar testimonio de las muchas veces
que le hablé, como quien no quiere la cosa, de la
muerte, y de los cuidados que le prodigué, para
prepararlo a un feliz tránsito.
<>.
>>La noche anterior a la fiesta de Navidad,
narra Pedro Enría, aún recuerdo que don Bosco
subió a la tribuna mirando a su alrededor como si
buscase a alguien. Y dijo:
>>-Es el primer joven que muere en el Oratorio.
Ha hecho las cosas bien y esperamos que esté ya en
el Paraíso. Os recomiendo a todos que estéis
siempre preparados...
>>Y no pudo proseguir porque su corazón estaba
muy dolorido. La muerte le había arrebatado un
hijo>>.
Habiendo sido Gurgo el primer alumno que moría
en la casa desde la fundación del Oratorio, don
Bosco quiso hacerle un funeral solemne, aún sin
llegar al máximo esplendor.1 En esta ocasión el
siervo de Dios trató con el párroco de Borgo Dora
sobre los derechos parroquiales, por si otros
muchachos fueran llamados a la eternidad. El
preveía con certeza que acaecerían otras
defunciones, a las cuales aludía el sueño, aunque
no consta que ((**It5.384**)) las
anunciase a los alumnos.
El párroco Gattino fue muy deferente con el
Oratorio, al estable
1 Nota del funeral de Gurgo. Veintiuna
muchachas uniformadas y dos coadjutores con cera
de la parroquia; cuatro jóvenes del Oratorio con
roquete y cera propia; ataúd acompañado con cuatro
hachones de la parroquia, seguido de los jóvenes
con cera propia; música delante del clero sin
posa; acompañamiento de clérigos con manteo y
hachones; el párroco deja llevarse la cera propia;
crespones negros a la puerta.
Los gastos fueron: 55 liras para la misa
cantada en la parroquia; 10 liras para el registro
civil de enterramiento; una lira al sepulturero.
(**Es5.277**))
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