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CAPITULO XXXI
DON BOSCO Y SUS ALUMNOS -MARAVILLOSOS CAMBIOS DE
CONDUCTA -CONVERSION DE UN PEQUEÑO INCREDULO -UNA
PREDICCION CUMPLIDA TRIUNFA SOBRE UN CORAZON
OBSTINADO
DON Bosco dedicaba los meses de noviembre y
diciembre a preparar su campo del Oratorio, a fin
de que a lo largo del año brotara en los corazones
la semilla de las más selectas virtudes. El mismo
recibía a los alumnos, procuraba ganarse su afecto
y confianza, les inducía a hacer una buena
confesión, y se le abrían las almas como las
flores a los rayos del sol de la mañana. Durante
estos meses ponía cuidado especial para convivir
todo el tiempo posible con sus queridos hijitos y
confirmarlos en el camino del bien.
Resultaba maravilloso ver cómo siempre le
acompañaba la acción de la gracia. íCuántos
muchachos, buenos e inocentes, con la comunión
frecuente, emulaban la pureza de costumbres de San
Luis! íCuántos, que en sus pueblos habían caído en
los lazos del demonio, reformaban totalmente su
conducta y rivalizaban en piedad con los primeros!
La fuerza del sacramento de la penitencia era
evidente. Había jóvenes ((**It5.367**))
malogrados a causa de inveteradas costumbres, que
después de la primera confesión hecha en el
Oratorio, se sentían renovados y libres de toda
tentación, aún durante años. Pero íay de ellos,
si, abusando de. la gracia, se metían en la
ocasión peligrosa! Así lo hemos sabido por
confidencias de unos y otros. Porque había allí
pobrecillos, llenos del espíritu anticristiano del
mundo, que don Bosco había admitido a prueba o que
habían entrado con mentirosas recomendaciones. La
malicia superaba en ellos a la edad.
>>Qué hacía don Bosco? No se precipitaba a
tomar una decisión, se armaba de sagaz espíritu de
sacrificio y, con toda prudencia, trataba de
llevar a Dios aquellas almas. Y en muchas
ocasiones su caridad se vio premiada. Solía decir:
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