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amable y paciente, supo amar a los chicos y
hacerse amar de ellos. Tuvo también la suerte de
contar entre sus alumnos aquel año a Domingo
Savio, quien, por su gran aplicación, mereció ser
tenido por uno de los mejores.
Los estudiantes de primero y segundo curso, los
de humanidades y retórica siguieron yendo a
escuelas privadas de Turín.
Los clérigos del Oratorio, como estaban
inscritos en el registro del clero diocesano,
asistían normalmente a las clases del Seminario.
Don Bosco solicitó de la Curia que fuera
dispensado de ellas el clérigo Francesia, ya que,
a la misma hora, tenía que dar su clase de latín;
pero asegurando que se presentaría a examen con
sus compañeros. La Curia contestó que no se veía
autorizada para conceder tal dispensa, por lo que
el clérigo Francesia debía asistir regularmente a
clase, o bien abandonar la carrera eclesiástica.
Don Bosco dijo entonces a aquellos señores:
-Bueno, ((**It5.362**)) perdiré
este favor al Arzobispo; pero, ruego a ustedes no
presenten dificultades ante Monseñor, hasta que yo
le escriba.
Lo prometieron y mantuvieron su palabra; y
llegó de Lyon la suspirada licencia.
Entretanto el impresor Ribotta terminaba de
imprimir los cuatro folletos correspondientes a
los meses de diciembre y enero. Se trataba de los
Entretenimientos acerca del Santísimo Sacramento
de la Eucaristía, por fray Carlos Felipe de
Poirino, sacerdote capuchino.
De cuando en cuando el buen religioso hace
resaltar en su escrito la impiedad, la deslealtad
y la ingratitud de los protestantes con Nuestro
Señor Jesucristo.
Mientras tanto, don Bosco preparaba un
CATECISMO BREVE PARA LOS NIÑOS de la diócesis de
Turín, precedido de las oraciones de la mañana y
de la noche. En las de la noche repite tres veces
la jaculatoria: Madre querida, Virgen María, haced
que yo salve el alma mía. Esta práctica no consta
en la primera edición de El Joven Instruido (El
Joven Cristiano) de 1847.
Seguía a las oraciones un resumen de Historia
Sagrada en forma de diálogo, dividido en catorce
capitulitos, los últimos de los cuales se
titulaban: Gobierno de la Iglesia y Fundamento de
la fe cristiana. A continuación presentaba un
compendio del catecismo para quienes se preparan a
recibir los sacramentos de la confirmación,
confesión y comunión, repartido en nueve
lecciones. Al final iba el catecismo breve de la
diócesis, en el que añadía al cuarto mandamiento
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