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((**Es5.261**) Esta disposición general entró en vigor quizá el año 1855, porque las primeras listas que se conservan en los archivos llevan esa fecha. También tenemos ((**It5.360**)) la de Domingo Savio. Esta costumbre ya no se perdió, porque las lecturas malas son la ruina de la moralidad y de las vocaciones sacerdotales. Después de revisar los libros presentados por los muchachos, y retirar los que no les convenían, después de ordenar los talleres y fijar el programa de estudios a principios de noviembre, se empezaban las clases de canto gregoriano. <>. Entre tanto, se decidía a organizar las clases internas en el Oratorio. Eran estupendas las de gramática del profesor Bonzanino y las de retórica del profesor Picco; pero el ir y venir estaba lleno de peligros morales para los muchachos, por lo que oían y veían. Obrando siempre con la acostumbrada prudencia, a primeros de noviembre destinó para clase el salón de la primera capilla; colocó en ella a los alumnos de la tercera clase gimnasial o de bachillerato y les puso por maestro al clérigo Juan Francesia, el cual, a sus diecisiete años, había terminado con notable éxito los cursos de latín. Al mismo tiempo le tocaba seguir sus estudios de filosofía, teología y literatura. Pero don Bosco conocía bien el talento y voluntad de Francesia y también de los demás clérigos, a quienes oportunamente destinaba a la enseñanza. Antes los probaba con diversas ocupaciones simultáneas; bromeando les hacía observar cómo los grandes oradores, historiadores y poetas romanos habían pasado buena parte de su vida en los campos de batalla, en las lides del foro, en los quehaceres del Estado, y que sobresalieron en asuntos tan dispares porque el ejercicio perfeccionaba todas sus facultades. En cuanto a dar clase y estudiar al mismo ((**It5.361**))tiempo, don Bosco recordaba la máxima de San Francisco de Sales: <<>>Quieres aprender? Estudia por tu cuenta con todo empeño. >>Quieres aprender mucho? Busca quien te instruya. >>Quieres aprender muchísimo? Ponte a dar clase de lo mismo que estás estudiando>>. Y el espléndido resultado de los maestros de don Bosco, por su entusiasmo en esta metodología, demostró la verdad de tal axioma. En fin, había que hacer así, porque así lo quería Dios. El clérigo Juan Bautista Francesia, confiado en la ayuda del Señor, con intrepidez sin par, comenzó sus clases y triunfó, porque quien ha aprendido a obedecer, sabe mandar y tiene dominio sobre la voluntad ajena. Con el espíritu de caridad aprendido de don Bosco, (**Es5.261**))
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