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de ladrillo de la habitación donde don Bosco había
pasado los primeros años de su vida, para enviarlo
después a sus familias.
A su vuelta a Turín recibió don Bosco una carta
de la duquesa de Montmorency. Al releerla hoy
nosotros, recordamos el gran bien que don Bosco
hizo también a los hijos de nobles familias
durante años y años, visitándoles en su palacios,
aconsejándoles cuando iban a verlo y
escribiéndoles eficaces cartitas, algunas de las
cuales han llegado a nuestras manos. He aquí un
ejemplo.
Queridísimo Octavio:
Se acercan los examenes y me pides que te
encomiende a San Luis: haces muy bien. Ten mucha
confianza en la protección de este santo, y yo te
aseguro el éxito en tus examenes. No dejaré de
rezar también yo con la misma intención.
No te preocupes en cuanto a mejorar tu memoria:
ejercita la que tienes y aumentará; si después
conviniere al bien de tu alma que ésta creciere,
ya lo hará el Señor.
((**It5.353**)) Tendría
algo más que decir, pero confío en que después de
tus exámenes habrá ocasión de charlar a nuestro
gusto de todo lo que ocurre. Mañana se puede ganar
en el Oratorio de San Francisco de Sales
Indulgencia Plenaria; procura alcanzarla. Saluda a
tu mamá y a todos los de casa. Quiéreme en el
Señor y créeme.
Turín, 28 de junio de 1855
Tu afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.
Los padres de estos muchachos estaban
contentísimos de la ayuda que don Bosco les
prestaba en la educación de sus hijos; casi le
investían de su autoridad. Algunos, como los
Provana de Collegno, acompañábanlos a confesarse
regularmente con él. Con gusto consentían que los
tratase familiarmente tuteándolos, lo que nunca
habían permitido a educadores o maestros ni a
ningún otro ajeno a su noble linaje. Don Bosco
hasta recibía como huéspedes a algunos en el
Oratorio durante semanas y meses enteros. Los
padres se los confiaban para que los preparara a
la primera comunión, para que repasaran las
asignaturas suspendidas en los exámenes públicos,
para que contemplaran la piedad de los chicos del
Oratorio e imitaran sus virtudes, enmendaran su
conducta o por otros motivos. El éxito
correspondía a sus deseos. En el decurso de los
años se vieron conviviendo bajo el mismo techo los
hijos del pueblo y el marquesito, el condesito, el
caballero y el barón.
La duquesa de Montmorency encomendó a don Bosco
a dos hermanos, pertenecientes a una noble familia
francesa venida a menos, que ella protegía y
educaba con atenciones de madre, y que durante las
vacaciones se los llevaba consigo a Borgo
Cornalense. Más de un año estuvieron estudiando
((**It5.354**)) en el
Oratorio, y la Duquesa, satisfecha
(**Es5.256**))
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