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Turín. Su compañero Bersano también era organista
y famoso por sus conocimientos musicales. La
banda, cuyos maestros fueron sucesivamente un tal
Giani, luego Bertolini y Massa, músicos de la
guardia municipal, no tardó en alegrar los patios
con sus melodías; José Buzzetti y Pedro Enría
ocupaban lo primeros puestos. Constaba de sólo
doce instrumentos, que no aumentaron en varios
años.
Y aquí nos parece oportuno dar algunos detalles
más amplios y ordenados de la excursión de don
Bosco con sus muchachos. Durante el mes de
septiembre no se hablaba en el Oratorio más que
del paseo a Castelnuovo; se barajaban los nombres
de los que serían elegidos y se discutía qué
pueblos visitarían: era un goce anticipado de las
fiestas y de las vendimias que les esperaban en
las amenas colinas, y una renovación de la
satisfacción experimentada por los que el año
anterior habían acompañado a don Bosco a I Becchi.
Su juvenil fantasía no podía pensar en otra cosa,
hacía que volvieran al Oratorio muchos que estaban
de vacaciones y el que había perdido las
esperanzas de merecer aquel premio, se proponía
merecerlo al año siguiente. Y entre tanto se
disponía y preparaba todo.
Al empezar la segunda quincena de septiembre,
un día, hacia las ocho de la mañana, salía don
Bosco de Valdocco con algunos muchachos, los más
necesitados por su débil salud o porque no tenían
en el mundo a nadie que pensara en ellos.
Como no se podía pagar el ómnibus para todos,
ordinariamente se iba a pie. El itinerario era:
Chieri, Riva y Buttigliera de Asti; la primera
etapa de esta excursión fue siempre la comarca de
I Becchi. El camino era largo; pero los muchachos
no lo advertían porque don Bosco tenía la
habilidad de hacerlo parecer más corto, ((**It5.349**))
contándoles diversos episodios de la historia de
Italia o de la historia eclesiástica. En las
proximidades de Chieri, salían a su encuentro
algunos de sus íntimos amigos, avisados de
antemano, entre ellos el canónigo Calosso, quienes
gozaban recibiéndole para comer con sus jóvenes
amigos. Después de descansar, reanudaban la marcha
hasta llegar a la aldea de Morialdo, donde les
esperaba su hermano José. Al día siguiente don
Bosco hacía visitar a sus muchachos el humilde
tugurio donde había nacido y solía decirles:
-íEstos son los feudos de don Bosco!
La estancia en I Becchi estaba llena de
maravillosas sorpresas. Veíase a la buena gente
del contorno acudir todas las tardes en buen
número a la novena y al sermón. Y como quiera que
no cabían en la capillita, muchos devotos se
quedaban fuera con gran recogimiento. Se rezaba el
rosario, se cantaban las letanías y se impartía la
bendición
(**Es5.253**))
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