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((**Es5.247**) del ferrocarril, alcaldes y personas de consideración de distintos pueblos, que habían ayudado de alguna manera a sus muchachos y cooperado a sus rifas. Estas atenciones le conquistaron muchos corazones. Más adelante recomendaba a los directores de colegios e internados, distribuidos por diversas regiones, que cambiaran entre sí con el mismo fin, las cosas curiosas más estimadas en aquellas tierras. Y no hay que olvidar el cuidado que don Bosco ponía en satisfacer los deseos de sus buenos amigos, siempre que podía. Una distinguida señora anhelaba tener unos pajaritos, para contentar a sus chiquitines y don Bosco le mandó una nidada con sus crías aún sin plumas. La familia quedó ((**It5.340**)) tan emocionada con el inesperado regalo, que se arrodilló alrededor de la mesa sobre la que estaba el nido y rezó por don Bosco. Criaron a los pájaros, cuando emplumecieron y pudieron volar los soltaron y, al mismo tiempo, enviaron una limosna al Oratorio. Y nosotros, llegados a este punto y cumplido sumariamente nuestro cometido, tomando de aquí y de allí algunas pruebas de la vida de nuestro querido fundador, volvemos al 1855. (**Es5.247**))
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