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((**Es5.230**) hasta de mil liras; otras veces, al llegar los postres, le presentaban una bandeja con una buena suma de dinero. Sin embargo, don Bosco rechazaba muchas invitaciones, a pesar de su continua necesidad, por la urgencia de sus múltiples ocupaciones y especialmente las del sagrado ministerio. Había prometido muchas veces al conde Cays ir a comer en su Castillo de Caselette el día de su santo, cuatro de noviembre; pero nunca había podido cumplir su palabra. Con que un año hizo avisar al Conde que iría sin falta. -Si viene don Bosco, exclamó sonriendo el Conde, yo me como un perro con patas y todo. Cuando don Bosco se enteró, fue llevando consigo unos perritos de dulce hechos en una buena pastelería. Los sacó a la hora de los postres y los puso sobre la mesa: ((**It5.316**)) -Señor Conde, le dijo; mantenga su palabra. íAquí tiene usted un perro y tiene que comérselo todo! El Conde, que no esperaba la improvisada broma, rióse con toda su alma. También el marqués Fassati se quejaba de que don Bosco fuera raras veces a comer a su palacio, deseoso de pasar con él un buen rato. Un día fue a invitarlo acompañado de la señora Marquesa. Don Bosco se excusó como mejor pudo, sobre todo porque en aquel tiempo era muy escaso el personal que cuidaba el Oratorio. Dijo que debía atender a diversos asuntos urgentes y además que tenía que corregir las pruebas de imprenta de las Lecturas Católicas. Venga, pues, a almorzar conmigo y cada vez que lo haga, le tendré preparado un billete de cien liras. Entonces, don Bosco, movido por la urgente necesidad, condescendió con el deseo del noble señor y fue durante quince días de aquel mismo mes y siempre recibió lo prometido. Pero el Marqués, aunque era feliz con la presencia de don Bosco, no quiso seguir causándole por entonces tanta molestia y, al terminar la comida, le dijo: -Veo que usted se molesta interrumpiendo sus ocupaciones por mí; pues bien: tenga el saldo de las tres mil liras que tuve intención de darle. Si, de aquí en adelante, puede venir a comer sin mayor molestia para usted, me dará siempre una gran satisfacción. Y le entregó mil quinientas liras. Luego le acompañó hasta el Rondó de Valdocco. Mientras caminaban, don Bosco le fue contan (**Es5.230**))
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