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CAPITULO XXVIII
RELACIONES DE DON BOSCO CON SUS BIENHECHORES -
COMO SE PRESENTABA EN SUS CASAS - RAZONES PARA
ACEPTAR INVITACIONES A COMER Y SU COMPORTAMIENTO -
SU PACIENCIA, JOVIALIDAD Y MORTIFICACION - AFECTO
Y GENEROSIDAD DE LOS BIENHECHORES CON DON BOSCO Y
SU DESEO DE TENERLO A SU LADO - SU MODESTA
DISCRECION - SINCERAS ADVERTENCIAS -
RECONOCIMIENTO POR LOS FAVORES RECIBIDOS
LA norma que seguía don Bosco para ir o no ir a
casa de los señores, era la de no hacer visitas ni
preocuparse de los asuntos ajenos, a no ser por
conveniencia del Oratorio, por caridad o por la
gloria de Dios. Y como quiera que, con frecuencia,
se imponían estas razones, le tocaba, aun con
incomodidad, subir las escaleras de las moradas de
personas benévolas.
Don Bosco, que prefería entretenerse con chicos
sencillos y abandonados más que con ilustres
señores que acudían a él, se presentaba en las
casas señoriales sin sombra de afectación y con la
más exquisita cortesía y sencillez. Trataba a
todos con la debida consideración, pero sin
esclavizarse a la etiqueta, puesto que las
ceremonias detallistas no se avenían ((**It5.312**)) con su
franca afabilidad. Si alguno de los suyos le
preguntaba cómo había de comportarse cunado se
encontraba con ciertas personas distinguidas,
respondía:
-íA la buena y con naturalidad!
Un año envió a uno de sus clérigos a pasar las
vacaciones en la quinta de una nobilísima familia
de Turín, y le dijo en presencia de la dueña de
casa:
-Vete como irías a tu casa; cuando necesites
algo, acude a la señora baronesa como si fuera tu
madre.
Su presentación en una reunión, singularmente
la primera vez, era un acto de humildad. Si le
preguntaban por su origen y condición social, no
sufría empacho en manifestar que era de familia
pobre y que había cursado sus estudios con la
ayuda de personas caritativas. Contaba con gusto
que era un simple sacerdote, sin ningún título
honorífico o dignidad; que no era doctor en
teología, que no
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