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((**Es5.203**) que, a lo mejor, se hacían desear, en recompensa de su fe: ni cuando veía evaporarse la realización de un proyecto que se creyó inminente, importante y muy querido. Preveía, en efecto, tener que suspender el acariciado proyecto de la tipografía y no poder rescatar el terreno vendido con tal fin. íLa muerte del abate Rosmini había echado por tierra tantas esperanzas! Sin embargo, con toda serenidad contestaba a don Carlos Gilardi, quien le proponía vender totalmente o en parte el campo que él había cedido al Instituto de la Caridad. Carísimo don Carlos: Con satisfacción recibo su apreciada carta en la que me da noticia oficial de la elección del P. Pagani como Padre General. Bendito sea Dios. Creo sinceramente que se ha cumplido la voluntad del Señor: déle muchos recuerdos de mi parte. ((**It5.275**)) En cuanto a la parcela que se proyecta poner a la venta, existe ciertamente como punto favorable el del muelle provisional de Valdocco. En la primavera pasada había demandas y ofertas bastante ventajosas: ahora atravesamos un momento de crisis; son pocos los que quieren comprar y ninguno construir; por ello, sería del parecer de esperar hasta la primavera de 1856. Si durante este tiempo se presentara alguna oportunidad, podría aprovecharse, pero sin precipitación. Yo, por mi parte, no estoy con condiciones de comprar. Mientras tanto, le presento los saludos de mi buena madre, de mis clérigos, que le recuerdan mucho: todos nos encomendamos a sus piadosas oraciones. Me profeso en el Señor de V. S. Carísima. Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. Esta carta refleja la perfecta calma de su corazón, hija de la confianza en María Santísima, animada por la óptima conducta de sus muchachos, cuyas virtudes eran conocidas y apreciadas en la ciudad. Seguían asistiendo a dos escuelas privadas: a la de don José Bonzanino para el bachillerato elemental y a la de don Mateo Picco para el bachillerato superior. Aunque modestos en su vestimenta, y de humilde condición, se les veía limpios, bien educados y tan corteses, que sus compañeros de alto rango alternaban gustosos con ellos. Y sacaban de esta amistad mucho provecho, por la emulación, el mayor orden y silencio, y el atractivo de la virtud. Los profesores bendecían por ello al Señor, y sobre todo, porque uno de ellos evitó un gravísimo incidente. Domingo Savio asistía a la clases de segundo curso de gramática latina con el profesor Bonzanino. Dos de sus condiscípulos le ofrecieron la oportunidad de demostrar hasta qué punto ardía ((**It5.276**)) en el fuego del amor de Dios y cuánto deseaba evitarle cualquier ofensa. (**Es5.203**))
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