((**Es5.184**)
El general le interrumpió y empezó a insultar a
don Bosco llamándole impostor, fanático, rebelde,
enemigo del Rey, acusándole de haber vilipendiado
su honor, ultrajado su majestad y pisoteado su
soberana autoridad.
Trataba don Bosco de cortar de cuando en cuando
aquel torrente de injurias y se esforzaba para
demostrarle que sus cartas no tenían nada de
irreverentes, que la finalidad de sus escritos
había sido la de iluminar al Rey, que amaba a su
Soberano y estaba dispuesto a cualquier sacrificio
para probarle su fidelidad. Pero aquel señor se
excitaba cada vez más, y no atendía, o no quería
atender a razones, hasta que levantando la voz,
dijo:
-íEa, basta!, yo no he venido para terminar la
cuestión con meras palabras; tiene usted que dar
satisfacción a los insultos que se atrevió a
dirigir al Rey.
->>Y de qué modo?
-En primer lugar, le intimo en nombre de su
Majestad, que no vuelva a escribirle cosa alguna
que aluda a su corte o a la familia real. El Rey
está muy enojado y, si usted no obedece, se
recurrira a medidas desagradables. Ahora siéntese
y escriba lo que yo le dicte.
-Siempre que no sea una retractación, una
negación de la verdad, estoy dispuesto, contestó
don Bosco.
Se sentó y tomó la pluma.
El general comenzó a dictar una fórmula, en la
que humildemente se pedía al Rey disculpa,
rogándole tuviera como no recibidas las amenazas y
profecías escritas.
Don Bosco dejó la pluma.
-Es imposible que yo escriba una declaración
semejante.
-Pues tiene usted que escribirla a toda costa.
((**It5.247**)) ->>Y
cuando yo la haya escrito, será usted responsable
ante Dios de lo que pueda acontecer?
-Aquí no entra Dios para nada, gritó el
general; y le mando que escriba.
Don Bosco se levantó.
-Yo no escribo.
Ante semejante respuesta, el general,
furibundo, puso su mano en la empuñadura de la
espada y le conminó a que cuidara de su suerte.
Parecía que quisiera desafiarlo a un duelo. Pero
don Bosco, con calma admirable, le respondió que
no tenía más armas para defenderse que la razón y
la religión.
-Además, señor Conde, yo podría desafiarlo a
ver quién de nosotros
(**Es5.184**))
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