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mientras alimentó la esperanza de apartarlo del
mal paso que fatalmente preveía, no dejó de
escribirle, hasta que un día exclamó el Rey:
-íNo tengo un instante de paz! íDon Bosco no me
deja vivir!
Y encargó a una persona de la Corte que
transmitiera a don Bosco estas palabras suyas.
Pero no habiendo conseguido su fin esta
advertencia, y mientras la cuestión se discutía en
las Cámaras, Víctor Manuel, preocupado e
impaciente, después de los primeros y dolorosos
casos, quiso conocer personalmente el lugar donde
vivía aquel sacerdote que tanta zozobra le
causaba. ((**It5.245**)) Así
pues, un lunes, muy de mañana, vestido de paisano,
fue por Valdocco a caballo con su ayudante de
campo y dio una vuelta alrededor del Oratorio. Vio
al clérigo Cagliero, le llamó y le preguntó por
don Bosco. El clérigo respondió que don Bosco
estaba en la Iglesia, pero muy cansado de tanto
confesar, predicar y atender a los muchachos
durante el día anterior. Oído esto, el Rey se
alejó pero unos días después, volvió en coche.
Poco antes de que él llegara al Rondó, bajaba
don Bosco de su habitación y decía a Goffi, el
portero:
-Tengo mucho que hacer, y aunque venga el Rey,
le dirás que no estoy.
Y volvió a su habitación.
Mas he aquí que el general conde de Angrogna
descendió de la carroza real, se acercó al
Oratorio y preguntó por don Bosco. Oída la
respuesta de Goffi, volvió junto al Rey, que lo
esperaba. El clérigo Francesia, que lo observó
todo, le vio volver a subir al coche, que se
dirigió hacia la forja de cañones.
Había hablado el Rey con el general con cierto
calor sobre la osadía de don Bosco al enviarle
determinadas amenazas, y aquél, hombre de carácter
impetuoso, creyó deber suyo, pedir cuentas a don
Bosco de las supuestas ofensas al Soberano.
El conde de Angrogna entraba a caballo unos
días después en el patio del Oratorio seguido de
su asistente. Se apeó, preguntó dónde estaba don
Bosco, y entró velozmente en su habitación.
Don Bosco se puso en pie.
->>Es usted don Bosco?, preguntó el general con
voz airada.
-Sí, señor.
->>Es usted quien se ha atrevido a escribir
ciertas cartas al Rey queriendo imponerle la forma
de gobernar el reino?
((**It5.246**)) -Yo
mismo le he escrito; pero ínunca he pretendido
imponer mi voluntad a nadie!
(**Es5.183**))
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