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Uno de aquellos días, quedóse don Bosco en el
comedor, después de la cena. Rodeábanle los
clérigos Turchi, Reviglio, ((**It5.239**)) Angel
Savio, Francesia, Cagliero, Rúa y otros. Hablábase
de la ley y de pronto dijo:
-Sólo falta la firma de Víctor Manuel para que
muchos conventos sean deshechos. Si yo pudiera
hablar al Rey, le diría: Majestad, no firméis esa
ley, porque si lo hacéis, firmaréis muchas otras
desgracias sobre Vos y sobre vuestra familia.
Algunos de los presentes le preguntaron:
->>Y no estaría bien que alguno de nosotros
escribiera al Rey?
-Ciertamente; tú, Savio, >>te atreverías a
escribirle?
-Yo sí, respondió Angel Savio; usted dirá.
-Escribe, pues, así: <<íSagrada y real
Majestad! Me encontraba ayer en una conversación
en la que estaba presente don Bosco. Hablábase de
los temas del día y de la ley Rattazzi aprobada
por el Senado. Don Bosco dijo: ``Si yo pudiera
hablar con el Rey, le diría: Majestad, no firméis
la ley de supresión de los conventos, porque si lo
hacéis, firmaréis muchas otras desgracias sobre
Vos y sobre vuestra familia''. Os lo advierto como
súbdito fiel, que os ama y obedece>>.
El clérigo escribió y firmó: Angel Savio de
Castelnuovo de Asti.
Pero, después de enviar esta carta, don Bosco
aún no quedó satisfecho. Movido por una santa e
impaciente emoción, escribió otra en latín, en la
que repetía la frase: <>. (Dice el Señor: habrá
males sobre males en tu casa.) Ya no suplicaba,
sino que amenazaba con más graves castigos si
firmaba la ley. La envió en seguida a uno de los
jefes de servicio de cámara, persona de mucho
crédito en el palacio real y de la confianza del
Rey. Se llamaba Occhiena, era de Castelnuovo,
amigo suyo, algo pariente, y ((**It5.240**)) sus
hijos frecuentaban el Oratorio. El Rey había
salido aquel día para Susa. El señor Occhiena
recibió la carta y respondió al portador:
-Muy bien, di a don Bosco que, apenas vuelva el
Rey, se le entregará. Voy a ponerla en su
despacho.
-Es urgentísima: precisa que el Rey la lea en
seguida.
-Entonces di a don Bosco que esté tranquilo; se
le enviará la carta inmediatamente.
Llamó a un paje, mandóle ensillar un caballo y
le entregó la carta.
El paje alcanzó al Rey en San Ambrosio.
-Una carta para su Majestad.
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