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castigar; nosotros hablamos principalmente al
corazón de la juventud, y nuestra palabra es la
palabra de Dios.
El Ministro tuvo que comprender que la Iglesia
posee una fuerza misteriosa que no es de este
mundo, y ((**It5.226**)) que las
persecuciones de los hombres no quebrantarán
jamás. Y dijo a don Bosco:
-Ustedes pueden dominar el corazón de la
juventud; nosotros no podemos; es un poder
reservado a ustedes.
Diríamos que, de este modo, pudo tocar con la
mano la eficacia del sistema preventivo para la
educación de los jóvenes, aun los más díscolos,
como don Bosco le había demostrado el año
anterior.
Y recordó todo esto cuando no supo dónde
colocar a un sobrino suyo, un poco calaverilla,
para ver si cambiaba de rumbo. Al principio quiso
internarlo en un correccional, pero luego pensó:
-Seguramente don Bosco puede ganarse el corazón
de este pobre muchacho.
Y se lo llevó con el fin de que transformara
sus sentimientos y opiniones. <>
Da testimonio de esta inolvidable excursión
Juan Bautista Piano, ahora cura párroco de la Gran
Madre de Dios en Turín, el cual se lo oyó contar a
varios compañeros suyos, muchos de los cuales
todavía viven. Confirmó lo mismo, por estar bien
enterado de ello, don Ascanio Savio, quien había
salido de la casa de Valdocco algún año antes.
El comendador José Boschi, senador y jefe de
sección en el Ministerio del Interior, del que
dependía La Generala, contaba a su sobrino carnal,
el canónigo Anfossi, cuanto hemos expuesto acerca
de la excursión al palacete de Stupinigi. Este
señor favorecía cuanto podía la obra de don Bosco,
a la que consideraba maravillosa, y en varias
ocasiones le consiguió subsidios del Gobierno.
Pero, además, es un suceso que consta también
en el Boletín oficial de la ((**It5.229**))
Dirección General de Prisiones, año XVIII, 1888,
fascículo 1-2, pág. 85.
Para terminar, como quien pone el sello a estos
testimonios, diremos que la predicación de los
Ejercicios Espirituales de don Bosco produjo
frutos grandes y duraderos. Cuando él ya no pudo
ir a La Generala, siguió enviando a alguno de sus
sacerdotes como confesor ordinario; y después, por
invitación de la Autoridad y por su propio
consejo, continuaron los Salesianos y continúan
todavía 1 atendiendo
1 Así reza el texto original, editado en 1905.
(N. del T.)
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