((**Es5.166**)
hace algún tiempo, no deja nada que desear;
permítame sacarlos un día: los acompañaré a hacer
una excursión a pie hasta Stupinigi; saldremos de
mañanita y volveremos al anochecer: la excursión
les irá muy bien para el alma y para el cuerpo.
El Director asombrado saltó de la silla y
exclamó:
->>Habla usted en serio, Reverendo?
-Con la mayor seriedad del mundo, replicó el
sacerdote; y le suplico tome en consideración mi
propuesta.
->>Y sabe usted que yo sería responsable de
todos los que se escaparan?
-Esté usted tranquilo: no habrá ni una fuga. Yo
me comprometo, si usted me confía a estos jóvenes,
a devolverle todos, sin que falte uno.
La discusión fue larga. Don Bosco insistía; el
Director se atrincheraba en la inflexibilidad del
reglamento; hasta que por fin, no pudiendo
comprometerse personalmente, prometió hablar de
ello con el Ministro.
Mientras tanto, don Bosco fue a visitar al
caballero Carlos Farcito di Vinea, entonces
Intendente general o gobernador de la Provincia, a
quien correspondía otorgar el permiso. El
Intendente oyó la propuesta y contestó con una
rotunda negativa.
El Director de Prisiones, en cambio, mantenía
su palabra.
Seguía al frente del Ministerio Urbano
Rattazzi, hombre de agudo ingenio, aunque
careciese de ciertas prendas morales. Reflexionó
un momento sobre la propuesta que el Director le
presentaba en nombre de don Bosco; después hizo
saber ((**It5.221**)) a éste
que deseaba verlo. Iban a encontrarse frente a
frente el enemigo y el defensor de las órdenes
religiosas. Rattazzi debía tener, por lo menos,
alguna vaga noticia de las cartas escritas por don
Bosco al Rey, pero no parece que hiciera la menor
alusión a ello.
Presentóse don Bosco al Ministro con aquel aire
sencillo y abierto que le era tan natural, y que
siempre le acompañaba, hasta en presencia de los
más altos personajes. El Ministro lo recibió con
exquisita amabilidad y le dijo:
-Voy a condescender, señor abate, con la
propuesta que, en nombre de V. S., me ha sido
hecha uno de estos días. Podrá usted realizar su
proyectada excursión, que hará mucho bien a esos
muchachos presos, lo mismo moral que físicamente.
Daré las órdenes oportunas: le seguirán de lejos
guardias disfrazados de paisano para ayudarle, si
fuera necesario, a mantener el orden, y para
emplear la fuerza, si algunos recalcitrantes se
negasen a volver a la cárcel por la tarde.
(**Es5.166**))
<Anterior: 5. 165><Siguiente: 5. 167>