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CAPITULO XXI
LA GENERALA -DON BOSCO Y LOS EJERCICIOS ESPITUALES
A LOS CORRIGENDOS -CONSIGUE DE RATTAZZI LLEVARLOS
DE EXCURSION -ALEGRE COMUNICADO - A STUPINIGI
-CELO AFECTUOSO CON LOS MUCHACHOS DEL CORRECCIONAL
-REAL SOCIEDAD PROTECTORA DE LOS MUCHACHOS SALIDOS
DEL CORRECCIONAL -CAPTURAS PREVENIDAS
LAS prisiones seguían siendo uno más de los campos
donde don Bosco ejercía su ministerio sacerdotal.
Había una de ellas que gozaba de su predilección.
Existía y todavía existe1, en Turín, un
reformatorio de muchachos adonde llevaban los
padres a sus hijos rebeldes y adonde iban también
a parar los condenados por la policía o por los
tribunales a causa de cualquier delito más o menos
grave. Este reformatorio se llama La Generala.
Fue abierto por el gobierno piamontés en marzo
de 1845, al sur de la ciudad; tiene capacidad para
trescientos internos y depende del Ministerio del
Interior. Al principio estuvo dirigido por la
Sociedad de San Pedro ad Víncula, fundada en 1839
por el abate Fissiaux, bajo los auspicios de
monseñor de Mazenod, obispo ((**It5.218**)) de
Marsella. Pero cambiaron los tiempos y esta
sociedad fue despedida.
Muchos de los detenidos en La Generala dependen
de padres que poco o nada se preocuparon de su
educación; otros pertenecen a familias de mala o
sospechosa conducta; algunos tienen a sus padres,
o a uno de ellos u otros parientes en la cárcel,
muchos son huérfanos y tan abandonados que se
cargaron de culpas y cayeron en manos de la
policía. Generalmente, estos jóvenes se incorporan
al ejército al cumplir los veinte años y, los que
todavía no han cumplido su condena, van a parar a
las cárceles de adultos. Los detenidos son
encerrados por la noche en celdas individuales, y
durante el día trabajan en la agricultura o en
algún arte u oficio, siempre vigilados por los
guardias.
Mientras la religión ocupó su puesto de honor y
se la hizo conocer,
1 Así escribía Lemoyne en 1905. (N. del T.)
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