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((**Es5.108**) V. S. Rvdma. Disponga de mí en todo cuanto pueda cooperar de algún modo a sus religiosas empresas, que yo hare cuanto pueda. Acepte con mi alta estima, etc. Novara, 11 de noviembre de 1854 SCAVINI, Vic. gen. Junto con la amable carta de vuestra muy estimada Señoría, del 31 ppdo. mes de octubre, he recibido, hace sólo dos días, las anunciadas circulares en ella, que fueron redactadas de acuerdo con el muy venerable Prelado de Ivrea. Las circulares con el sello episcopal estampado, serán repartidas enseguida entre todos los párrocos de esta ciudad y diócesis y entre otras buenas personas a fin de que sean ampliamente difundidas las lecturas católicas. ((**It5.137**)) Es muy recomendable y santo el fin que se persigue, por lo que yo espero que Dios bendiga y corone con el éxito el celo industrioso de V.S. Reciba mientras tanto, etc. Asti, 15 de noviembre de 1854 Can. MUSSI, vic. gen. Don Bosco preparaba al mismo tiempo el almanaque Il Galantuomo, (El Hombre de Bien), para el mes de enero de 1855. Había en sus páginas recetas de bebidas sucedáneas del vino, y las principales festividades de la Iglesia, diversas anécdotas edificantes, un diálogo acerca de la confesión sacramental y dos graciosas poesías, una en italiano y otra en piamontés. Pero lo que realmente merece recordarse es la introducción, en la que don Bosco, con estilo festivo, trata de desarraigar de la mente del pueblo ciertos prejuicios, y luego recuerda lo que hicieron el Alcalde y los buenos ciudadanos en favor de los pobres, durante la última epidemia. Aportamos algunos de sus párrafos: El Hombre de Bien a sus amigos. íAún vivo; todavía estoy vivo! íQué año más triste me ha tocado pasar...! A mitad de este año, me quedé sin trabajo, sin dinero y cargado de deudas... Pero la miseria fue el menor de mis males. Apenas apareció aquella terrible enfermedad que llaman el chólera-morbus, varias familias, vecinas mías, cayeron víctimas de ella. Diez amigos de mi misma edad (tengo cuarenta años), sanos y robustos, también cayeron; íay, qué muerte más espantosa la suya!... Si se hubieran dejado llevar al lazareto quizá no hubieran muerto; pero no quisieron dar su consentimiento porque estaban persuadidos de la falsa idea de que allí les darían una botellita blanca para matarlos, y así ((**It5.138**)) murieron sin la bebida. íPobres amigos míos! Requiescant in pace. Me consuela, sin embargo, el pensamiento de que murieran como buenos cristianos, y espero que estarán con Dios en el cielo. Cuando creía que ya había pasado la borrasca y casi me disponía a entonar el aleluya, cayó terriblemente sobre mí el temporal... Un hijo mío y yo fuimos atacados (**Es5.108**))
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