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sobre temas jocosos, y escribía hermosísimas
poesías, muchas de las cuales fueron publicadas,
como aquella en honor de María Auxiliadora: Salve,
salve, cantaban, Mariá... que figura en <> 1
((**It5.128**)) Además
de estos dos, entraron en el Oratorio otros
muchachos como alumnos estudiantes, y su primer
encuentro con don Bosco les causaba una impresión
tan buena que inmediatamente empezaban a quererlo
y venerarlo. También contribuían a ello las
continuas atenciones de mamá Margarita, que
dirigía la economía de la casa y de la cocina; su
piedad, su recogimiento, quedaban grabados en
ellos y creaban una gratitud perenne hacia el
Oratorio.
Tales son los testimonios que hemos recibido de
los mismos antiguos alumnos de 1854 y 1855.
Don Bosco estudiaba atentamente la índole, las
tendencias de aquellos muchachos, el
comportamiento y, si daban señales de vocación
sacerdotal, procuraba conservarlos y encauzarlos
hacia Dios, haciendo de ellos hombres virtuosos,
que amaran al Señor y que, con la palabra y el
ejemplo, promovieran el temor y el amor de Dios en
la familia y en la sociedad. Pero ya no permitía
que estudiaran por cuenta del Oratorio. Con la
misma medida trataba a sus sobrinos, a los que
admitía en el internado con idénticas condiciones
que aceptaba a los hijos de los pobres. Estaba
siempre bien dispuesto a ayudar a los parientes
necesitados, porque ése es el precepto de la
caridad, pero nunca habría hecho nada para mejorar
su condición. De hecho, tuvo a su lado al sobrino
Francisco hasta el otoño de 1854, pero lo envió a
su casa, porque no le pareció llamado a la carrera
eclesiástica, aunque fuera inteligente y muy
bueno. Y Francisco siguió en I Becchi con la
profesión de su padre, y fue un excelente
1 Salve, salve, cantaban, María,
Que más pura que tú, sólo Dios;
Y en el cielo una voz repetía:
Más que tú, sólo Dios, sólo Dios.
Con torrentes de luz que te inundan
Los arcángeles besan tu pie;
Las estrellas tu frente circundan,
Y hasta Dios complacido te ve.
Pues llamándote pura y sin mancha,
De rodillas los mundos están,
Y tu espíritu arroba y ensancha
Tanta fe, tanto amor, tanto afán.
Queremos suponer es ésta. (N. del T)
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