((**Es4.91**)
Pues bien, el conde Camilo, profundo conocedor
de los hombres y de las pasiones, y que poseía el
dificilísimo arte de saber aprovecharlo todo con
destreza para sus propios designios, iba con
cierta frecuencia a visitar a don Bosco en
Valdocco, y quería que él fuera de vez en cuando a
comer o cenar a su casa. Así lo atestigua Carlos
Tomatis. Daba a entender que experimentaba un gran
placer oyéndole hablar de los Oratorios festivos,
le preguntaba sobre sus proyectos y sus esperanzas
del futuro desarrollo de su obra, y le aseguraba,
al mismo tiempo, que le prestaría toda la ayuda
que pudiera. Don Bosco le hablaba con la forma
respetuosa que conviene a un inferior, con
respuestas francas a veces y circunspectas otras;
pero siempre con una amabilidad que ganaba los
corazones. El Conde no dejó de mostrarse benévolo
cuando sucedió a Santarosa en el ministerio del
comercio y cuando llegó a ser Presidente del
Gabinete y alma del Gobierno.
((**It4.107**)) <>Qué resuelve, pues?
Yo le respondí con gracia que sentía no poder
aceptar tan gran regalo.
->>Y por qué?, insistió el Conde, mirándome con
extrañeza. Y continuó: >>por qué rehusar una
cantidad tan grande, cuando tiene necesidad de
todo y de todos?
-Señor Ministro, respondí con tranquilidad,
porque si yo la aceptase, mañana me la quitarían,
y tal vez usted mismo me reclamaría el millón que
hoy me ofrece con tanta generosidad.
El Conde no se molestó por mi sinceridad y
cambió la conversación>>.
>>No parece como que don Bosco leyera el
porvenir de un hombre, que, más adelante,
promovería la supresión de las órdenes religiosas
y la confiscación del patrimonio de la Iglesia?
>>No resulta también admirable su franqueza
diciendo la verdad? >>Y no cabe suponer que en
este ofrecimiento de ayuda, varias veces repetido
hasta por parte del Gobierno, tuviera Cavour un
secreto propósito, un plan premeditado?(**Es4.91**))
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