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CAPITULO XI
DON BOSCO Y EL CONDE DE CAVOUR - UNA SUPOSICION -
DON BOSCO VISITA A MONSEÑOR FRANSONI EN EL
DESTIERRO - LOS SECRETARIOS DEL CONDE
POR aquellos tiempos el conde Camilo de Cavour
estaba del todo volcado hacia el Oratorio. Resulta
admirable ver cómo don Bosco lograba la ayuda de
personajes ilustres, enemigos de la Iglesia.
Parecería que éstos, con su trato exquisito y
seductor, con sus generosas promesas de ayuda para
sus piadosas empresas, con el ofrecimiento de
insignes distinciones y la condescendencia a
muchas de sus peticiones, podían poner en peligro
su amor y fidelidad a la Santa Sede y a los
principios religiosos. Sus muchachos fueron
preferidos a los de otros centros benéficos
beneméritos para extraer los números de la Lotería
Regia, y, en efecto, dos de los más pequeños,
vestidos con especiales distintivos, fueron cada
quince días a cumplir este encargo durante muchos
años. El Gobierno daba por ello una retribución al
Oratorio. Pero don Bosco, con heroica fortaleza,
se mostraba siempre defensor de la causa de Dios,
sin sombra de respeto humano.
Con todo, como nosotros mismos hemos admirado
muchas veces, él seguía en estos casos las normas
del Eclesiástico:
((**It4.106**))
<> 1.
1 Ecles. XIII, 9-13.(**Es4.90**))
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