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cuales, con sede propia en muchas ciudades, llegan
hoy a decenas de millares. Francia daba también
noble ejemplo; ricos industriales concurrieron
generosamente e introdujeron en sus inmensos
talleres el bienestar de un trabajo remunerado
cristiano y sin angustias para el porvenir. Entre
otros León Harmel, llamado Le bon pŠree, el padre
del obrero, íntimo amigo de don Bosco por su
coincidencia de sentimientos.(**Es4.72**))
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