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que padecen; y la promesa infalible del Señor de
que el que sufre resignado con Jesucristo, tendrá
parte para siempre en su gloria.
Sus palabras producían un efecto admirable,
pues las personas de toda clase y condición, lo
mismo del clero que seglares, le consideraban como
un hombre totalmente de Dios, y muchos socios de
las Conferencias iban a porfía también para
socorrer sus obras.
Pero llegó por fin un día en que ya no se oyó
su voz en aquellas reuniones. En los últimos años
de su vida se retiró y no apareció más. Había
cumplido su misión, y ya no se necesitaba su
labor. Las Conferencias de San Vicente prosperaban
maravillosamente. En efecto, en 1900 eran
diecisiete en Turín y treinta y una en Piamonte.
En cincuenta años habían visitado más de cuarenta
mil pobres y les habían suministrado en limosnas
un millón y medio de liras. Don Juan Bautista
Francesia preguntó un día a don Bosco por qué no
iba ya a las conferencias generales, contando allí
con tantos amigos, y recibió esta respuesta:
-Ya no tengo nada que hacer allí. Ahora sería
ir para hacer número.
Rehuía los aplausos con los que seguramente
hubiera sido recibido.
Pero sus queridos amigos y bienhechores no le
olvidaron, por cierto: el 6 de mayo de 1900 se
reunían cuatrocientos socios de la Sociedad de San
Vicente de Paúl en la casa salesiana de Valsálice,
para asistir a una devota función religiosa junto
a la tumba de don Juan Bosco. Conmemoraban el
quincuagésimo aniversario de la institución de las
Conferencias en Turín y en Piamonte. S. E. el
Cardenal Richelmy celebraba la santa misa y
distribuía el Pan Eucarístico. Los representantes
de las Conferencias eran ((**It4.70**)) en su
mayoría obreros y agricultores. Se reunieron los
socios en una sala de Valsálice para la asamblea
plenaria y luego se sentaron juntos a la mesa en
alegre ágape. Se ensalzó repetidamente a don
Bosco, cuyos restos mortales debieron regocijarse
en medio de aquel triunfo de la caridad.
Todas las frases de este capítulo las hemos
recogido de los relatos oficiales de las
Conferencias, o de noticias impresas, manuscritas
y orales, de los socios de la Obra de San Vicente,
y también de varios antiguos alumnos, que fueron
testigos, y nos refirieron cuanto hemos
expuesto.(**Es4.63**))
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