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CAPITULO V
Sobre la modestia
1. Por modestia se entiende un modo decente y
ordenado de hablar, tratar y caminar. Esta virtud,
hijitos míos, es uno de los más bellos adornos de
vuestra edad, y debe manifestarse en toda acción y
conversación vuestra.
((**It4.751**)) 2. El
cuerpo y los vestidos deben estar limpios, la cara
constantemente serena y alegre, sin mover las
espaldas o el cuerpo, con ligereza, de acá para
allá, excepto cuando lo exija alguna justa razón.
3. Os recomiendo la modestia en los ojos: son
las ventanas a través de las cuales el demonio
introduce el pecado en el corazón. El caminar sea
moderado, no rápido en exceso, a no ser que la
necesidad exija lo contrario; las manos, cuando no
están ocupadas, manténganse en posición decente, y
durante la noche, en cuanto podáis, tenedlas
juntas delante del pecho.
4. Sed modestos en el hablar, no empleando
nunca expresiones que puedan herir la caridad o la
decencia: en vuestro estado, a vuestra edad, es
más recomendable un pudoroso silencio que no el
atrevimiento y la locuacidad.
5. No critiquéis las acciones ajenas ni os
vanagloriéis de vuestras cualidades. Recibid
siempre con indiferencia la crítica y la alabanza,
humillándoos ante Dios cuando se os hace algún
reproche.
6. Evitad toda acción, movimiento o palabra que
tenga algo de grosero; procurad corregir a tiempo
los defectos de temperamento y esforzaos por
formar en vosotros una índole apacible y
constantemente regulada según los principios de la
modestia cristiana.
7. Forma también parte de la modestia la manera
de portarse en la mesa, pensando que el alimento
se nos da, no como a los animales, solamente para
satisfacer el gusto, sino más bien para mantener
sano y vigoroso el cuerpo, como instrumento
material que hay que emplear para servir a su
Creador y conseguir la felicidad del alma.
8. Antes y después de la comida, haced los
acostumbrados actos de religión, y durante la
misma procurad alimentar también el espíritu,
escuchando en silencio la pequeña lectura que en
ella se hace.
9. No está permitido comer o beber más que las
cosas que suministra la casa. Los que reciben
fruta, comestibles o bebidas de cualquier clase,
deberán entregarlos al Superior, el cual dispondrá
que se empleen con moderación.
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