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CAPITULO LXI
DON BOSCO, EL MAGNETISMO Y EL ESPIRITISMO -LAS
MEDIUM -LOS CENTROS ESPIRITISTAS -LAS MESAS
ROTATORIAS -LOS ESPIRITUS -EL DIABLO
-COMUNICACIONES MISTERIOSAS -LIBROS CONTRA LAS
NUEVAS FORMAS DE IMPIEDAD
FIRME como un muro de bronce en la lucha contra
los valdenses, don Bosco se disponía a aguantar
una nueva batalla.
En el 1852 aparecía por vez primera en Turín el
espiritismo dando mucho que hablar. Era una mezcla
de magnetismo animal, evocación diabólica e
impostura. Era una renovación de la antiquísima
superstición que invadió a América, pasó a la
Alemania protestante, después a la volteriana
Francia y finalmente a muchas partes de Italia.
Afirma Balan que a sus secuaces se debe
especialmente aquel vértigo que condujo a tan
grande peligro a la sociedad europea del 1848 1.
Pero en Turín se presentó tan astuta y
seductoramente que, desde el principio, hubo
algunas buenas personas, laicos y eclesiásticos,
que no dudaron en tomar parte en sesiones de
espiritismo y en ((**It4.721**)) asistir
a los extraños movimientos de las mesas giratorias
y parlantes que revelaban la presencia de un ser
extraterreno. Una vez descubierta su malicia, se
fueron retrayendo; sólo que aquella peste seguía
esparciendo con fecundidad sus tristes efectos,
insinuando una larvada rebelión contra todas las
enseñanzas de la Iglesia y convirtiéndose en
fuente de abominables inmoralidades. Los
magnetizadores y las médium habían empezado a dar
sus respuestas.
Don Bosco, aunque persuadido de que, en la
mayor parte de los casos, no se trataba más que de
embaucamientos para engañar a los tontos, temía
que sirvieran de preludio para peores sucesos;
particularmente, por cuanto dejaban en el pueblo
la morbosa curiosidad de querer conocer cosas
ocultas, lejanas o futuras y porque quitaban el
1 St. Univ. della Chiesa Catt. Conde de
Rohrbacher, vol. I, p. 911.
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