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poco las cosas, transtornadas por los rebeldes, el
desterrado Pontífice se determinaba a volver entre
su querido pueblo, que lo esperaba con ansias.
Dirigióse, pues, de Gaeta a Pórtici y Nápoles,
desde donde, el cuatro de abril, se encaminó a
Roma. El viaje duró ocho días, que fueron ocho
días de triunfo. El día doce entraba en la santa
ciudad, entre preparativos, fiestas y aclamaciones
cordiales y esplendorosas, que ningún Soberano y
tal vez ningún Papa había recibido hasta entonces.
Y no sólo Roma, el mundo entero lo celebró. Por su
parte, cuando los muchachos del Oratorio supieron
por don Bosco el fausto acontecimiento,
experimentaron tan gran alegría que derramaban
lágrimas de gozo.
Don Bosco, que recibió de Roma la narración
detallada del memorable viaje, procuró que fuese
publicada por Armonía, que reprodujo los artículos
del Osservatore Romano. Monseñor Fransoni mandó
que en todas las iglesias de la Archidiócesis (y
naturalmente, en el Oratorio de Valdocco) se
rindiera acción de gracias a la Divina
Providencia, con sincera alegría y vivo
agradecimiento, durante ocho días.
Pero no todos los favores, concedidos por el
Señor para conservar al Pontífice eran conocidos
entonces. Estaba todavía el Papa en Gaeta, cuando
un grupo de anarquistas y republicanos, inspirados
por Mazzini, había decidido en Ginebra asesinar al
Papa por medio de cuatro asesinos disfrazados de
sacerdotes. La policía de París lo comunicó al
Gabinete de Turín, y el abogado Juan Bautista Gal,
empleado del Ministerio de Asuntos Exteriores, que
recibía aquellos despachos, se lo dijo
confidencialmente a don José Cafasso; y, tal vez,
don Bosco estuvo en el secreto, ya que el mismo
abogado nos manifestaba en 1890 la gran confianza
que tenía también con él desde 1841.
((**It4.60**)) Don José
Cafasso escribió enseguida a Gaeta y el intento
quedó descubierto 1 pero se mantuvo en secreto
hasta 1898, cuando murió el abogado Gal. El hecho
es auténtico y se pueden encontrar las pruebas en
la correspondencia y notas diplomáticas del
ministerio de Asuntos Exteriores.
Por todo esto quiso don Bosco manifestar
solemnemente su afecto al Papa. Publicóse por
aquellos días en Roma una oda estupenda para
celebrar este hecho memorando: Don Bosco se la
explicó a los muchachos y la hizo declamar varias
veces en diversas veladas. Nos parece conveniente
enriquecer nuestras páginas con ella.
1 Italia Real -Correo Nacional 18-19 mayo
1898.(**Es4.55**))
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